DESDE BRUSELAS

El desliz del secretario de Estado de Hacienda, Carlos Ocaña, a cuenta del salario de los funcionarios, originó una nueva crisis interna en el Gobierno, con las dos vicepresidentas como protagonistas. Ocaña abrió la puerta el miércoles a congelar el sueldo de los empleados públicos. Ello hubiera obligado a revisar el acuerdo firmado hace seis meses por María Teresa Fernández de la Vega con este colectivo. La vicepresidenta primera conoció las palabras del secretario de Estado poco antes iniciar una rueda de prensa en Bruselas y desde allí llamó "inmediatamente", según la Moncloa, a la vicepresidenta segunda, Elena Salgado.

MUY BUENA RELACION

La ministra de Economía se mostró igual de sorprendida ante lo que le explicó De la Vega, lo que evidenciaría que Ocaña actuó por cuenta propia y se saltó el orden jerárquico. Ante el enojo de la portavoz del Ejecutivo por la injerencia en un área de su competencia, Economía acabó publicando un día después, el jueves, la nota de autorrectificación en que negaba cualquier previsión de modificar a la baja la retribución de los funcionarios. La propia Salgado no dudó en reprobar a su número dos. De la Vega puso ayer de su parte al asegurar que ambas mantienen una relación profesional y personal, iniciada en 1983, queno solo es "buena". "Esmuy buena", aseguró.