Agradecimientos, apoyos en público y palabras de unidad. Lejos quedó la división de la política antiterrorista, después de que en la pasada legislatura fuera el principal motivo de fricción entre Gobierno y oposición. La ofensiva de ETA del pasado fin de semana, con un nuevo muerto en su haber, el brigada del Ejército Luis Conde, que falleció la madrugada del lunes víctima de un coche bomba en la localidad de Santoña, ha provocado la máxima colaboración entre el presidente del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero, y el líder de la oposición, Mariano Rajoy. No hay espacio para interpretaciones, ni para erosión partidista. Zapatero, en su comparecencia en Moncloa, auguró "penas larguísimas" para terroristas y agradeció de forma reiterada a Rajoy su "respaldo".

La respuesta judicial de la pasada semana, con sentencias que ilegalizan a ANV y a EHAK, y la firmeza de la política del Gobierno, han llevado al PP a aparcar sus diferencias y a considerar que Zapatero ha variado completamente su rumbo. O lo que para los populares es lo mismo, a aceptar sus tesis contrarias a la negociación con ETA.

UNIDAD POLITICA Pero con la nueva legislatura llegaron nuevos tiempos, también en la lucha antiterrorista: El nuevo pacto en esta materia se fraguó en la reunión que Rajoy mantuvo con el presidente del Gobierno el pasado julio. De aquella entrevista surgieron iniciativas que, traducidas a proyectos legislativos, evitarán que se pueda enaltecer a terroristas con calles o monumentos y obligarán a los mismos, si resulta viable, a indemnizar económicamente a sus víctimas. Además, se someterá a vigilancia, por 20 años, a los etarras que salgan de prisión sin muestra de arrepentimiento. Y, junto a las citadas medidas, el jefe del Ejecutivo y el de la oposición alcanzaron entonces un compromiso de unidad. De hecho, Zapatero pronunció ayer palabras muy gratas a oídos de los dirigentes del PP. "La sociedad española nunca cederá, nunca se someterá a los dictados de la banda terrorista", aseguró. Y constató el nuevo clima político que, unas horas más tarde, se tradujo en el Congreso --con la firma de todos los grupos políticos y agentes sociales-- en un documento de condena sin paliativos al terrorismo. Zapatero dejó claro que ahora todo el arco parlamentario camina en una misma dirección: "El Gobierno se sabe respaldado por todas las fuerzas políticas y sociales, juntos expresamos nuestra solidaridad y condena, juntos aseguramos el triunfo definitivo de la vida y la libertad de los ciudadanos".

También Rajoy compareció ayer ante la prensa. "Hoy es un día para mantener la serenidad y para afirmar que todos vamos a seguir trabajando codo con codo en la lucha contra ETA", enfatizó el líder de la oposición que, de madrugada, había recibido una llamada telefónica del presidente dándole cuenta de los detalles del último atentado.

Rajoy interpretó su papel, sin salirse del moderado guión que él mismo se ha marcado para los próximos años: respaldo, llamamientos a la unidad y rechazo a la negociación. Menos fiel a esa línea fue el presidente del PP vasco, Antonio Basagoiti, que aprovechó la dramática ocasión para arremeter contra el PNV por no hacer "lo suficiente" y contra Juan José Ibarretxe, por convertirse en un "lastre" para Euskadi. Sus palabras fueron obviadas por la cúpula de su partido.

La dimisión de la popular María San Gil se produjo, entre otras cosas, por la tibia respuesta que dijo haber recibido en Madrid cuando se empeñó en incluir, en la ponencia política del 16º congreso del PP, una dura crítica al PNV, por presunta pasividad frente a ETA. Basagoiti la sucedió en el cargo y, a tenor de sus declaraciones, comparte la filosofía de su antecesora. Fue el presidente de Cantabria, Miguel Angel Revilla, y no el conservador Basagoiti, quien tiró la primera piedra contra el partido de Ibarretxe. Horas después rectificó: "El PNV no pone bombas".

Esas pequeñas amenazas de desunión se disiparon por la tarde. En el Congreso, hubo comunicado unitario y foto de todos los portavoces con representantes de sindicatos y empresarios. Y ya anocheciendo, llegó otro gesto de suma importancia. La organización del Festival de San Sebastián leyó una declaración de condena y de solidaridad con las víctimas del terrorismo.