"Tendréis que agradecerme el resto de vuestra vida que os haya sacado de allí". Sedou Uld Dialó es el alcalde de Gao, una ciudad maliense de 60.000 habitantes próxima a la frontera de Níger y a la región de Kidal, donde tiene uno de sus principales bastiones la organización terrorista Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI). Dialó no deja de repetirnos lo mucho que le debemos. "Os he salvado la vida". Viajamos en un todoterreno por la carretera que une la ciudad de Mopti con Bamako, la capital. Nos acompañan un par de hombres armados. Estamos exhaustos. Hace más de 15 horas que hemos salido de Gao, donde, según nos ha confirmado el alcalde, los terroristas islámicos habían puesto en marcha un plan para secuestrarnos. "Ahora ya estamos en zona segura", nos dicen. El miedo, sin embargo, nos acompañará aún mucho tiempo.

Demasiadas preguntas

La primera advertencia seria tuvo lugar el miércoles por la mañana. El alcalde Dialó recibió una llamada telefónica de un dirigente islamista de la zona que le mostró su preocupación por la presencia en la ciudad de dos ciudadanos occidentales que hacían "preguntas sobre Al Qaeda". Nosotros habíamos llegado a Gao el 27 de febrero para informar sobre el secuestro de los tres cooperantes catalanes Alícia Gámez, Albert Vilalta y Roque Pascual perpetrado por la organización terrorista y cuyo desenlace, según fuentes cercanas a la negociación, está próximo. Los islamistas, explicó el alcalde, sospechaban que pertenecíamos a un servicio de espionaje. Cuando supieron que éramos periodistas, empezaron a vigilarnos.

Averiguaron el lugar en el que nos alojábamos y se informaron sobre nuestras rutas. Cuando a las seis de la tarde del miércoles regresamos al albergue, un empleado nos dijo que cuatro hombres con turbantes y "lentes de visión nocturna" llevaban un tiempo rondando el edificio. "Tal vez os buscan", apuntó.

En casa del alcalde

La inquietud se convirtió en terror cuando, una hora más tarde, el alcalde de Gao se presentó en el hotel y nos comunicó que nos habíamos convertido en objetivo del AQMI --"van a por vosotros, os quieren secuestrar"-- y que debíamos huir de la ciudad cuanto antes. "Con protección armada", añadió. Nos invitó a pasar la noche en su casa. Al amanecer, anunció, saldríamos hacia Bamako.

El alcalde Sedou Uld Dialó es un personaje singular. Hace un tiempo, asegura, Al Qaeda le ofreció "una fortuna" por colaborar en el secuestro de un ciudadano norteamericano. El se negó y luego pidió protección a EEUU, que ha instalado una base militar en la ciudad. Su residencia está protegida permanentemente por media docena de soldados armados. Allí pasamos la noche, sin poder pegar ojo. Dialó nos reprochó que hubiéramos hecho preguntas sobre Al Qaeda y, por primera vez, comentó que tendríamos que agradecer su gesto durante toda nuestra vida. A las cinco de la mañana de ayer, partimos en un todoterreno, conducido por el propio alcalde, escoltados por un militar. Ambos llevaban fusiles, y en el vehículo había más armas. Dialó nos hizo saber que por la noche había recibido la confirmación de que el plan para secuestrarnos estaba en marcha. El golpe iba a tener lugar de camino al restaurante Le Petit Dogo, en el que cenábamos todas las noches. También nos explicó que los primeros 300 kilómetros de viaje --la distancia entre Gao y Bamako supera los 1.000 kilómetros-- serían los más peligrosos, puesto que es una zona con nutrida presencia de militantes y colaboradores de Al Qaeda. La mezcla de cansancio y desasosiego puso a prueba nuestro sistema nervioso. No respiramos tranquilos hasta que avistamos Mopti, donde paramos para comer y hasta nos hicimos unas fotos, ya sonriendo de alivio. Y de nervios.

Llegamos a Bamako poco antes de las diez de la noche. En el momento de despedirnos, Dialó confirmó que el intento de secuestro "era un hecho" y nos advirtió: "No volváis a Gao".