Decepción. Eso es lo que provocó en la mayoría de los partidos el acto del sábado de la izquierda aberzale en Barakaldo (Vizcaya). Mientras el PP se mostró irritado por la "chulería" que supuso su celebración, el resto lamentó que Arnaldo Otegi no aprovechara el evento para desmarcarse de la violencia, que es el único paso que facilitaría su presencia electoral.

Aunque eran mínimas las expectativas de que la cita más multitudinaria de los seguidores de Batasuna sirviera para hacer evidente un nuevo discurso crítico o, al menos, exigente hacia ETA, lo cierto es que la cúpula aberzale confirmó la continuidad. No solo ignoró el atentado de Barajas y los últimos movimientos de la banda, sino que puso condiciones al proceso de paz.

La portavoz del Gobierno vasco, Miren Azkarate (PNV), reconoció que los dirigentes de Batasuna han dado algunos pasos "notables" para "hacer política", pero les pidió que dejen de emplazar al resto de fuerzas porque es ETA y no los partidos quien "crea" problemas y dificultades a la izquierda aberzale.

ATAQUE "INSULTANTE" Otros nacionalistas moderados no ocultaron su enojo ante el "insultante" ataque de Otegi hacia el PNV, al que definió como el "partido del negocio vasco" y hacia su presidente, Josu Jon Imaz. El alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna, arremetió contra el portavoz de Batasuna por "desvergonzado" al criticar a un "señor" como Imaz y callarse ante la regeneración de comandos o el chantaje de ETA.

El portavoz del PNV, Iñigo Urkullu, consideró que el acto de Batasuna había sido un "fiasco" y una "oportunidad perdida". Y advirtió de que la izquierda aberzale puede acabar convirtiéndose tras la municipales en "parte del problema" y no en parte de la solución como ellos mismos pretenden.

El secretario general del PSE en Alava, Txarli Prieto, recordó a Otegi que el único requisito para participar en las elecciones es ponerse "al lado de la democracia" y que un modo de hacerlo es pedir, por ejemplo, "la disolución" de ETA.