El PP tiene una extraña relación con Alfredo Pérez Rubalcaba. Una de esas relaciones amor-odio que se dan en ocasiones entre opuestos. Es como su bestia negra, a la que le atribuyen todos los males, le acusan de espiarles, perseguirles, inventarse casos de corrupción contra ellos- pero al mismo tiempo le tienen simpatía, aunque quizá sin llegar al extremo la presidenta madrileña, Esperanza Aguirre, que aprovechó la coincidencia de un acto oficial con el cumpleaños del ministro para obsequiarle con una tarta y entonar a voz en grito el "cumpleaños feliz".

Este martes se produjo otra de esas jornadas contradictorias. El presidente de la Diputación de Alicante, José Joaquín Ripoll, llevaba varias horas detenido por presuntos delitos de corrupción, y el portavoz del PP, Esteban González Pons, acusaba a Rubalcaba de enviar a la policía, sin autorización judicial, a arrestar a su dirigente alicantino. Simultáneamente, el ministro comparecía en una comisión parlamentaria para informar de su gestión durante la presidencia española de la UE, que el senador popular Luis Peral calificaba con un 7. Curioso, porque al mismo tiempo el PP tiraba a dar contra el presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, que en ese momento presentaba en Europarlamento el balance del semestre presidencial.

La reacción de González Pons demuestra una vez más que en cuanto el PP se ve inmerso en alguna acusación de corrupción, sus dirigentes echan mano del manual y, en la misma inaugurada por María Dolores de Cospedal en agosto pasado, acusan al Gobierno de montarles unas pruebas falsas y, eso sí, se abstienen de dar explicaciones sobre los hechos investigados y, más aun, de tomar decisiones sobre ninguno de los implicados.

El verano pasado fue el espionaje al PP. Ahora una cortina de humo para ayudar al presidente en el duro trance del debate de política general. Lo dijo ayer González Pons: "Las detenciones fueron confusas, están rodeadas de misterio y echan tufo de detención publicitaria y política para echar una mano a Zapatero ante su debate sobre el estado de la nación más difícil". Siguiendo su lógica también se le podría atribuir el origen de las detenciones al presidente de la Comunidad Valenciana, Francisco Camps, que así dejaría tocado al líder de su sector crítico, el que le ha estado pidiendo, desde hace tiempo, explicaciones por la Gürtel valenciana.

Es llamativo el bloqueo del PP en todo lo que afecta a la Comunidad Valenciana. Aunque ahora dicen que Mariano Rajoy está esperando a que se aclare de una vez por todas la situación judicial de Camps para decidir si le deja repetir como candidato a la presidencia de la comunidad. Algo es algo. Claro que, mientras tanto, la confianza de los ciudadanos en su liderazgo sigue bajo mínimos. Y dicen los expertos que eso es así porque la gente le atribuye poca capacidad de decisión. ¿Por qué será?