Las velas siguen ahí. Inundan las estaciones de Atocha, El Pozo y Santa Eugenia. Igual que los crespones, las fotos, los mensajes de paz y las frases contra el terrorismo. Un mes después de la masacre, Madrid no quiere olvidar el dolor. Por eso, unas 400 personas se congregaron ayer en Atocha para decir en voz alta que otro mundo es posible.

A escasos metros del lugar donde dos trenes reventaron el fatídico día de los atentados, los asistentes encendieron 191 velas en memoria de los asesinados. El grito fue unánime: "No al terrorismo".

La ceremonia, organizada por la comunidad católica de San Egidio, tuvo acento religioso. Hubo hueco para todas las confesiones. Muchos de los asistentes, por ejemplo, eran musulmanes. El imán de la mezquita de la M-30, Munir el Mesiri, pidió que nadie confunda a los marroquís con los terroristas: "Los que pusieron las bombas son aliados del diablo. El islam es la religión de la paz".

Tras el imán, tomó el micrófono Gabriel, padre de uno de los fallecidos en los atentados. Sus palabras sobrecogieron a los asistentes. Muchos no pudieron evitar llorar al recordar la muerte, la destrucción y la injusticia del 11-M.