Tocado con una gorra, embozado en una bufanda granate y oculto tras unas gafas oscuras, Luis Roldán, el exdirector de la Guardia Civil cuya escalada de corrupción y posterior fuga del país sumió al último Gobierno de Felipe González en una crisis colosal que acabó desembocando en la primera victoria electoral de José María Aznar, cruzó ayer por última vez el umbral del centro de inserción Las Trece Rosas de Zaragoza y subió a un autobús para volver a casa. Libre después de 15 años de reclusión. "Yo he pagado por lo que he hecho, duramente", aseguró a los periodistas que le aguardaban a la puerta de la cárcel. Y añadió: "Otros se han ido de rositas, o casi".

Uno de los "otros" a los que se refirió Roldán tiene nombre y apellidos. Se trata de Francisco Paesa Sánchez, el extraficante de armas y exagente de los servicios secretos españoles, actualmente en paradero desconocido, que, supuestamente, ayudó al exdirector de la Guardia Civil a colocar en paraísos fiscales la fortuna que robó y a ocultar el rastro. Roldán recordó ayer que, mientras él cumplía condena en la prisión abulense de Brieva, Paesa compareció ante el juez y le dijo "que el dinero lo tenía él y era suyo, y luego se fue por la puerta con las manos en los bolsillos". Después, continuó, se abrió una investigación, pero el delito prescribió porque "no hubo ninguna actuación".

"No intentaron buscarlo el dinero ni localizarlo --señaló Roldán--. ¿Por qué? Eso se lo pueden preguntar al comisario González, que seguramente sabrá el pacto al que llegaron con él Paesa". El comisario Juan Antonio González fue el encargado de dirigir la operación que finalmente condujo a la captura de Roldán en Bangkok tras 11 meses de búsqueda por medio mundo. Al referirse a un pacto con Paesa, el exdirector de la Guardia Civil aludía a la presunta colaboración del espía, que habría ofrecido a la policía información sobre el paradero del prófugo.

El caso es que el botín acumulado por Roldán, valorado en 1993 en unos 10 millones de euros además de numerosos inmuebles, nunca ha sido devuelto. Ayer, en su primer día de libertad --en los últimos años únicamente acudía a la prisión para dormir--, Roldán, de 66 años, insistió en que no tiene más planes que "llevar una vida normal" de pensionista en el piso de 70 metros cuadrados en el centro de la capital zaragozana en el que vivieron sus padres. "No puedo irme porque no tengo dinero", aseguró. Sin embargo, a día de hoy, su nombre continúa apareciendo junto al de su exmujer, Blanca Rodríguez Porto, como administradores de la empresa Europe Capital SL, a cuyo nombre registró su ingente patrimonio inmobiliario y que todavía permanece activa, según consta en el registro, informa Eduardo Bayona.

ABONO DE PENSIONISTA Al salir del centro de inserción, donde firmó su excarcelación definitiva, y tras hablar con la prensa, el jubilado Roldán subió a un autobús para volver a casa y exhibió ante el conductor su abono de pensionista. Fue un buen golpe de efecto. Habría sido redondo si los periodistas allí apostados no se hubieran percatado de que cuando Roldán llegó al centro Las Trece Rosas, a primera hora de la mañana, lo hizo en un cómodo taxi.