Mariano Rajoy quería que en la conferencia sobre educación que el PP celebró ayer en el Ifema de Madrid brillasen los contenidos. Error de cálculo. Las protagonistas, como era más que previsible, fueron las formas. Los presentes en este acto, sin excepción, querían ver de cerca si Rajoy intercambiaba o no gestos o palabras con los dos excluidos de la candidatura madrileña, Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz-Gallardón. Salvó la situación con saludos fríos para ambos, esforzándose en marcar distancias.

Aguirre, por su lado, intentó forzar una fotografía de llegada al mitin junto al candidato. No tuvo éxito. La presidenta disimuló el disgusto y se dedicó a regalar besos. Hubo para todos. Bueno, para todos menos para el alcalde de la capital. Pero Alberto Ruiz-Gallardón fue recompensado por los militantes que, sin que nadie lo pidiera, le recibieron de pie y con una ovación.

REGRESO DE MOSCU El alcalde de Madrid decidió el sábado adelantar su vuelta de la visita oficial que estaba realizando a Moscú. Quería estar en el acto sobre educación y, así, disipar las dudas sobre si apoyará o no a Rajoy en la precampaña. Su inesperado regreso levantó expectación entre sus compañeros de filas y los periodistas.

Por tanto, cuando Rajoy llegó ayer a Ifema era totalmente consciente de que todas las miradas estarían puestas en su reacción al encontrarse con los otros protagonistas de la crisis. Fue recibido en la puerta del pabellón por su secretario general, Angel Acebes; su jefe de campaña, Pío García-Escudero; y el responsable de su programa, Juan Costa, entre otros. En el interior del recinto aguardaba Aguirre, que fue a saludarle y recibió dos besos de su jefe, que evitó mediar palabra con ella. La comitiva se dispuso a subir las escaleras mecánicas que conducían a la sala donde se celebraría el mitin. Aguirre se percató del número de cámaras que les rodeaban. Trató de colocarse en el mismo peldaño que Rajoy, pero éste lo evitó dando un paso atrás, quedando junto a Acebes. Esta vez la presidenta, que al final compartió escalón con García-Escudero, no consiguió su objetivo.

APLAUSOS DE LOS PRESENTES Cuando alcanzaron ya la primera planta, todos se retiraron a una pequeña sala a esperar el comienzo del acto. Y justo entonces llegó Gallardón. Acompañado únicamente por su mano derecha en el Ayuntamiento, Manuel Cobo, y su delegada en urbanismo, Pilar Martínez. Se dirigió al lugar que le habían reservado, en la esquina de la primera fila, que aún estaba vacía. Y, por sorpresa y antes de tomar asiento, recibió el aplauso de la militancia. Minutos después apareció García-Escudero y le abrazó.

Rajoy entró en el salón seguido de varios dirigentes del PP. La cuarta de esa fila, Aguirre. Los responsables de organización levantaban las manos pidiendo aplausos. Rajoy consiguió llegar a su silla y buscó la mano de Gallardón. La presidenta de la comunidad, a la izquierda de su jefe, ignoró al alcalde.

Llegó el turno de discursos. Primero, Juan Costa. A continuación, Esperanza Aguirre, que fue nombrando uno por uno a los integrantes de esa primera fila y dedicó al regidor un "querido Alberto...". Nada más. El resto de su intervención giró en torno a la educación y a insistir en que Rajoy "es el presidente del partido" y que en un par de meses lo será también del Gobierno.

Se encargó de la clausura Rajoy que, antes de anunciar su plan educativo, quiso dar las gracias a "todos" los presentes. Al término de su intervención, más saludos fríos para Aguirre y Gallardón y una salida rápida.