El siempre controvertido Hugo Chávez abandonó anoche España dejando tras de sí una agria polémica. Jose Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy se verán hoy las caras en el pleno del Congreso y, con toda seguridad, aprovecharán para saldar su última cuenta pendiente: la denuncia del ministro Miguel Angel Moratinos, confirmada por el propio Chávez, de que el Gobierno de José María Aznar apoyó en el 2002 el golpe de Estado urdido contra el líder venezolano, finalmente abortado.

La estancia en España de Chávez --exgolpista reconvertido a demócrata, militar ilustrado y político populista, amigo de Fidel Castro y enemigo de EEUU-- ha alimentado el enfrentamiento entre el jefe del Gobierno y el líder del PP. Y ha propiciado que el Gobierno dirigiese un nuevo gesto nada amistoso hacia Washington en vísperas del almuerzo del presidente George Bush y los Reyes de España.

El detonante del choque, no obstante, fueron las declaraciones del ministro español de Exteriores, que el lunes, en un debate en TVE, denunció que en abril del 2002 "el embajador español recibió instrucciones de apoyar el golpe" orquestado contra Chávez, secuestrado por los golpistas hasta que fracasó la asonada. En la mañana de ayer, el presidente venezolano echó más leña al fuego al confirmar la aseveración de Moratinos: "Desde el punto de vista de Venezuela, no tengo dudas de que fue cierto".

LA VISITA DE LOS REYES Habida cuentas de las tumultuosas relaciones de Aznar con Chávez, la beligerante reacción del PP era de esperar. En una declaración llamada institucional --eufemismo que exime al compareciente de responder preguntas--, Rajoy opinó que las palabras del líder venezolano "exceden en mucho lo que es aceptable en un país democrático y occidental". El líder del PP no quiso replicar a las "insólitas declaraciones del coronel Chávez", pero, tras recordarle sus "actuaciones del pasado" --el golpe de Estado de 1992-- y su "apoyo a regímenes dictatoriales" --como Cuba--, le exigió que "cese en sus gravísimas acusaciones" y "dé explicaciones sobre la presencia de terroristas de ETA en Venezuela".

A continuación, Rajoy instó a Zapatero a aclarar su posición sobre este "incidente diplomático" y a que "desmienta" a Moratinos. La coincidencia "de fondo y de forma" entre las afirmaciones de Chávez y Moratinos, sentenció el popular, "no se puede mantener un minuto más" sin que el Gobierno "se plantee la idoneidad del ministro". El Ejecutivo cerró ayer filas en torno a Moratinos, aunque el presidente evitó hacerlo en público. En rueda de prensa junto a Chávez, Zapatero se escudó en su presencia para no responder al emplazamiento de Rajoy ni a las preguntas de los informadores. Alegó el presidente que Moratinos ya le había comunicado su voluntad de comparecer en la comisión de Exteriores del Congreso, y para mostrarle su respaldo se limitó a comentar una obviedad: que lo hará "en nombre del Gobierno".

EL "COMPADRE" ZAPATERO Chávez, más desenfadado, llegó a canturrear una canción venezolana --"No hay para qué leer, el periódico de ayer..." con el objetivo de zanjar una controversia que constituye, a su juicio, "una página pasada". El presidente venezolano no ocultó su complicidad con Zapatero, a quien llamó "compadre", e incluso pidió un café en plena rueda de prensa.

Los altos cargos del Ejecutivo consultados justificaron ayer la actitud del titular de Exteriores, que sin quererlo ha obsequiado al PP con un goloso argumento para ejercer la oposición. El Gobierno defendió al ministro por dos motivos: primero, que respondía a la ofensiva del PP contra la política exterior, que se radicalizó cuando Rajoy denunció que a la cumbre iberoamericana de Zapatero no había ido "ni el Tato"; y segundo, que hay gran profusión de datos que certifican la veracidad de su acusación.

EL SILENCIO DEL EMBAJADOR Fuentes oficiales recordaban ayer que el Gobierno de Aznar no condenó la asonada; que el entonces presidente expresó su "disponibilidad y apoyo" al presidente provisional, Pedro Carmona; y que el 13 de abril éste fue visitado por los embajadores de EEUU, Charles Shapiro, y español, Manuel Viturro de la Torre. El Ejecutivo admite que no existen pruebas documentales de las "instrucciones" denunciadas por Moratinos, y Viturro, destinado a Exteriores en Madrid, no quiso responder a las llamadas de este diario.