Jaime Mayor Oreja no participó ayer en la rueda de prensa que el Partido Popular vasco celebró en Bilbao para opinar sobre la sentencia del Tribunal Constitucional. Su discreción no fue gratuita.

No pareció oportuno que el líder parlamentario del PP criticara al lendakari, Juan José Ibarretxe, cuando fue su ausencia de la Cámara vasca, el 27 de diciembre, la que permitió al Gobierno vasco aprobar los Presupuestos del 2003 y evitar así prorrogar los del 2002, anulados ahora por los jueces.

Al fin y al cabo, la cascada de consecuencias de ese error suyo habría sido incontenible. Si el jefe del Ejecutivo vasco se hubiera visto obligado a prorrogar las cuentas del 2002, ahora estaría sin Presupuestos, en minoría e incluso en puertas de una posible dimisión.

EFECTOS MULTIPLICADOS

Los socialistas recordaron entonces a Mayor Oreja que no se puede desarrollar el trabajo parlamentario a caballo entre Madrid y Vitoria. Pero ayer, los nacionalistas ironizaban sobre la mala racha de Mayor Oreja, su principal hostigador: "El patinazo de Mayor multiplica sus efectos".

De puertas afuera, sin embargo, en el PP vasco están dispuestos a disipar las torpezas de su jefe con el varapalo del Constitucional al Gobierno vasco. Ayer confirmaron que esperan conocer los fundamentos jurídicos del fallo para escudriñar la posibilidad de recurrir las cuentas del 2003.

Ya el mismo día 27 de diciembre, los dirigentes del PP vasco camuflaron su congoja con el anuncio de un posible recurso ante el Constitucional, si bien parecía difícil hallar argumentos jurídicos. Ayer vieron el clavo al que agarrarse, mientras Mayor Oreja se refugiaba en el mutismo.