Tras el tropezón que protagonizó Maxim Huerta, Pedro Sánchez avanza poniendo en marcha las primeras medidas de corte social y con el beneplácito, por ahora, de Podemos, con cuyo líder, Pablo Iglesias, se reunió el jueves en la Moncloa, inaugurando así una ronda de contactos con los responsables políticos. Ambos analizaron la puesta en marcha de iniciativas legislativas conjuntas y justo al día siguiente el Consejo de Ministros levantó el veto presupuestario que había puesto Mariano Rajoy a 17 proposiciones de ley moradas. Esa misma tarde, Iglesias, ante el Consejo Ciudadano Estatal, el máximo órgano entre congresos, explicó a su partido que serán el «principal socio de Gobierno» si el PSOE pone en marcha una veintena de medidas, una parte relevante ya desbloqueadas por la mañana por Sánchez.

La Moncloa restó ayer importancia al encuentro, del que no se informó, y enmarcó la cita dentro de la «normalidad democrática» y como parte de los contactos que el jefe del Ejecutivo quiere mantener con los líderes de los partidos y los presidentes autonómicos. No obstante, el hecho de recibir a Iglesias en primer lugar supone reconocer a Podemos, con 64 diputados, como el principal sostén del PSOE, que solo dispone de 84, así como intentar paliar el malestar de Iglesias después de rechazar la oferta de incluir a afines a Podemos en el Gobierno.

De hecho, Iglesias dio a Sánchez un plazo de gracia de «hasta tres semanas» para empezar a activar las leyes que Podemos quiere impulsar, tras augurar que el nuevo presidente, sin su apoyo, puede vivir un «calvario». El secretario general morado emplazó al PSOE el viernes a acordar una veintena de leyes de carácter social, entre las que se encuentra impulsar los permisos de maternidad y paternidad iguales e intransferibles, derogar la ley mordaza, las dos últimas reformas laborales, subir el salario mínimo a 1.000 euros o recuperar el dinero del rescate bancario.