La Audiencia Nacional condenó ayer a 22 años de prisión a Irkuz Badillo y Gorka Vidal, miembros de la caravana de la muerte, por integración en banda terrorista, conspiración y transporte de explosivos. Los etarras querían colocar en un polígono de Madrid una furgoneta bomba con 536 kilos de explosivos, interceptada por la Guardia Civil en febrero del 2004.

El tercer acusado, Beñat Barrondo, fue condenado solo a cinco años de cárcel, después de quedar probado que su colaboración con la banda ETA fue "de escasa duración temporal".