Un día después de negar su apoyo a una moción de censura promovida por el PSE- PSOE y el PP contra la alcaldesa de Mondragón, Ino Galparsoro, de Acción Nacionalista Vasca (ANV), por no condenar el asesinato del exedil socialista Isaías Carrasco, el PNV se afanó ayer por buscar una salida a la tormenta que desató su actitud. Los peneuvistas anunciaron que presentarán mociones contra ANV en todos los ayuntamientos si este partido no rechaza las amenazas que ETA ha vertido contra los cargos socialistas en su último comunicado.

La decisión se confirmó a última hora de la tarde después de una reunión urgente de la cúpula del PNV y en medio de duras críticas desde el PSOE, cuyo portavoz en el Congreso, José Antonio Alonso, advirtió a los nacionalistas vascos sobre las "serias consecuencias" que tendría su posición en las relaciones entre ambos partidos si no rectificaba. El secretario de organización de los socialistas, José Blanco, aseguró a su vez que el PNV le había garantizado el apoyo a la moción de censura de Mondragón y acusó al partido de Iñigo Urkullu de "romper el compromiso".

Fue el propio Urkullu el que, con Joseba Egibar su lado, reconoció que la situación en Mondragón tras el asesinato de Isaías Carrasco se había "gestionado mal", si bien extendió esa responsabilidad a todos los partidos, además del suyo. Aunque Urkullu se esforzó en precisar que el mea culpa no tenía nada que ver con los mensajes de malestar del PSOE, lo cierto es que la jornada comenzó ya muy tensa en la sede peneuvista. Algunos dirigentes entendieron que se había cometido un serio traspiés cuando, en este momento, el objetivo primordial del PNV es negociar un acuerdo con José Luis Rodríguez Zapatero sobre el futuro del autogobierno vasco.

DECISION PENDIENTE En su reunión del lunes pasado, el Euskadi Buru Batzar (EBB, dirección del partido) no adoptó decisión alguna sobre el futuro municipal en Mondragón. Al día siguiente, los partidos reunidos en la sede socialista de San Sebastián anunciaron que no habría moción de censura por la negativa del PNV y Aralar a secundarla. El propio Egibar, adalid del sector más soberanista del PNV, compareció en rueda de prensa para explicar la posición, que hasta ese momento ignoraban otros dirigentes del partido. La misma tarde del martes se difundió el malestar socialista.

El revuelo mediático creció tanto y de forma tan imprevista para la dirección del PNV que, desde primera hora de ayer, el sanedrín analizó la situación. Los dirigentes peneuvistas dictaminaron que el dirigente socialista guipuzcoano Manuel Huertas fue quien provocó el desencuentro por presentar a los partidos un ultimátum sobre su posición definitiva en Mondragón. Pero consideraron necesario escenificar una rectificación. Se estimó como paso necesario para no lesionar de forma irreversible su oferta de pacto a Zapatero.

La excusa la ofreció ETA, que en un nuevo comunicado amenazaba una vez más a los cargos socialistas y reincidía en las críticas al PNV. El texto de la banda, publicado ayer en Gara , se convirtió así en el eje del comunicado de la ejecutiva leído por Urkullu, en el que se exigía el pronunciamiento "público, nítido y urgente" de los dirigentes de ANV sobre esas nuevas amenazas. No se exige de manera explícita una condena.

El PNV avisa de que, si no hay respuesta, tomará la iniciativa para pedir la dimisión de los electos aberzales en todas las instituciones por no alcanzar "el mínimo ético y moral exigible a un representante democrático". La ausencia de dimisiones podría acabar en mociones de censura, según el partido.

NEGATIVA Apenas tres horas antes de la comparecencia de Urkullu, los portavoces de ANV Arantza Urakeregi y Aitor Bezares se negaron a valorar las amenazas de ETA y rehusaron formular calificativo alguno sobre el comunicado de la banda. En cambio, arremetieron contra el PNV y calificaron de "actuación teatral" la negativa de Egibar a la moción de censura en Mondragón. Alegaron que, con ella, el PNV intentaba ocultar que "se echa en brazos del PSOE". Tanto Urkullu como Blanco ignoraron estas manifestaciones.