El PNV quiere poner su particular sello en el camino hacia la paz, y no acepta que otros le marquen el paso. Por eso, una cualificada representación de su ejecutiva acudirá hoy a la manifestación que se celebra en Bilbao para denunciar las prohibiciones de otras marchas impulsadas por el polo soberanista. También por eso, Iñigo Urkullu aprovechó su presencia ayer en la reunión del Partido Demócrata Europeo (PDE) para pedir el apoyo de la UE para consolidar un "escenario de paz duradero".

Los peneuvistas no reniegan de la unidad que pide el PSOE para afrontar el final de ETA, pero tampoco se resignan al guión que les quiere escribir el Ministerio del Interior. Aunque desconfían de la voluntad de ETA debido a las experiencias previas, sí que otorgan cierta credibilidad a los movimientos internos en Batasuna, si bien les reclaman más valentía.

Ante lo que pueda venir, el PNV busca un hueco para no ser acusado de inmovilismo, reivindicándose como privilegiado interlocutor entre la izquierda aberzale y los españolistas.

EQUILIBRIO Urkullu ha asegurado que habla de pacificación tanto con José Luis Rodríguez Zapatero como con los dirigentes de la izquierda aberzale. Su presencia en la marcha de hoy se esgrime como otra prueba de ese ejercicio de equilibrio que le permite pasar de una cita en la Moncloa con el jefe del Ejecutivo a compartir pancarta con los portavoces de una iniciativa que la Audiencia Nacional vetó por supuesta conexión con ETA.

El consejero vasco de Interior, Rodolfo Ares, reconoció ayer que su departamento no ve "inconveniente" en que se celebre la marcha que ahora convocan abogados y profesores afines al nacionalismo, para protestar por las prohibiciones anteriores y en demanda de respeto a todos los derechos. Aunque dijo "respetar" la decisión del PNV de enviar una delegación al acto, le advirtió de que, en realidad, va a compartir espacio con quienes pretenden sustituirle.

NI GESTOS NI CAMBIOS Esa fue la única pulla de Ares al PNV en una conferencia en Bilbao: el responsable de Interior quiere cuidar la unidad en la que formalmente se mantienen los de Urkullu a la hora de exigir a ETA el cese definitivo de la violencia y a Batasuna que dé un paso claro. Ares afirmó que, mientras eso no ocurra, hay que mantener la "máxima exigencia" con ETA y su entorno. Según él, el momento pos-ETA no ha llegado, y no caben gestos ni cambios.

Sin embargo, el PNV sí cree que se pueden hacer cosas. Una de ellas es preparar en Europa un ambiente de apoyo a la pacificación. Ahí se enmarca, por ejemplo, la intervención de Urkullu ayer en Roma, donde pidió el compromiso de los miembros del PDE para impulsar la paz en Euskadi desde "el dialogo político" y el "respeto" a los derechos humanos. El presidente del PNV concretó que la implicación de Europa debe contemplar el "plano institucional", en alusión a declaraciones y resoluciones, y la "dimensión humana" con programas de paz y reconciliación.

El comunicado que difundió el PNV con las palabras de su presidente no mencionó el programa Peace que el propio Urkullu reclamó el pasado martes, que entraría en vigor cuando la banda terrorista desapareciese, y emularía el que con ese nombre aprobó la UE para Irlanda del Norte, que se ha traducido en 1.800 millones de euros desde su puesta en marcha en 1995.