El PNV no está del todo disgustado. Es cierto que la suma de los constitucionalistas les puede sacar matemáticamente de Ajuria Enea, pero han logrado superar el imponente varapalo vivido en las elecciones generales, cuando quedaron relegados a un segundo lugar en beneficio de los socialistas. Ahora, confirmados como primer partido por una holgada diferencia, defenderán la necesidad de resolver la complicada gobernabilidad vasca haciendo "cosas razonables", en expresión de Andoni Ortuzar, su líder en Vizcaya.

Además, la dirección nacionalista considera que la ciudadanía vasca ha entendido y aprobado el viraje iniciado con la apuesta Think Gaur Euskadi 2020 (Pensar hoy la Euskadi del 2020) que en unos meses ha logrado renovar las propuestas políticas y recomponer la división interna, devolviendo el mando a la cúpula del partido, el Euskadi Buru Batzar (EBB). Eso significa que no se volverán a producir problemas de envergadura en la bicefalia del PNV o que, al menos, no sufrirán ingratas sorpresas ante decisiones adoptadas por Juan José Ibarretxe, que no contaban con apoyo de la ejecutiva.

La disciplina con la que el lendakari se ha mantenido durante la campaña en el guión marcado por la dirección peneuvista, que también se ha volcado en darle apoyo, es una prueba visible de que ya no habrá iniciativas que sorprendan al EBB, como sucedió, por ejemplo, con el cerrado calendario que Ibarretxe planteó en el 2007 para celebrar la consulta un año después.

JUNTOS Para evitar que esa trabajada sintonía se quiebre, la reunión celebrada ayer por el EBB decidió que sean el presidente del partido, Iñigo Urkullu, y el candidato Ibarretxe quienes integren la delegación encargada de dialogar con el resto de partidos para formar Gobierno.

Se trata de una novedad, porque tanto en el 2001 como en el 2005 fue solo Ibarretxe quien llevó los contactos que dieron lugar al acuerdo tripartito. La noche del domingo, el lendakari avanzó que el partido y él emprenderían el camino del diálogo. Aunque, sin entrar en detalles, el EBB apuntó su objetivo de que las conversaciones sirvan para propiciar "un clima de entendimiento político" que dé la máxima estabilidad a la "arquitectura institucional vasca".