La posibilidad de que sea la izquierda aberzale la que acabe plantando a ETA para poder enrolarse en la actividad política institucional está ganando adeptos. Así lo entiende el presidente del PNV, Iñigo Urkullu, que ayer reconoció como "más que probable" que la banda pretenda continuar con su actividad terrorista en caso de que no consiga imponer sus tesis. Los aberzales, añadió, no tendrán entonces más remedio que abandonarles.

Los distintos pronunciamientos de ETA desde que el 5 de septiembre anunció el cese de sus acciones "ofensivas" han puesto en evidencia, según Urkullu, el interés de la organización terrorista en tutelar cualquier proceso de diálogo tendente a dar una salida al problema vasco.

LIDERAZGO MILITAR ETA ejerció el liderazgo en los procesos de paz de Argel, en 1989; en el de Lizarra, en 1998, y en el reciente del 2006, dejando sin margen de maniobra política a los interlocutores de Batasuna, que en todos los casos se atuvieron a la orden de la superioridad y acataron la decisión de volver a la violencia. Urkullu apuntó ayer su sospecha de que la banda pretende ahora también reproducir "estrategias anteriores", por lo que la clave del futuro no estaría tanto en lo que diga ETA sino en lo que haga finalmente la izquierda aberzale. Y para Urkullu, "si ETA no da el paso, Batasuna tiene que emanciparse de ETA". No hay otra opción.

Esta posición es coherente con una línea histórica de pensamiento en el PNV según la cual el fin de ETA no estará determinado solo por la acción policial, sino, sobre todo, por la pérdida de su apoyo social. Es lo que el veterano Xabier Arzalluz llamaba la "grapización de ETA" y que significaba que la banda se haría igual de vulnerable que el GRAPO porque habría dejado de contar con una importante masa crítica en la sociedad vasca.

De ahí que el PNV subraye estos días la importancia de observar los movimientos de la izquierda aberzale y de animarlos para que hagan irreversible su actual distanciamiento de la violencia y acaben imponiéndose a la táctica militar. Urkullu apuntó que había hablado de ello la pasada semana en sus encuentros con José Luis Rodríguez Zapatero y Rubalcaba. Precisó que el presidente del Gobierno analiza muy de cerca lo que está ocurriendo en la izquierda aberzale y es "muy consciente" de que el problema es de carácter político y no meramente terrorista.