La cúpula de Podemos vive con desasosiego la súbita llegada de Pedro Sánchez a la Moncloa y busca la línea política más efectiva para evitar que el PSOE colonice el espectro del centro izquierda. Tras que el nuevo presidente descartase la petición de Pablo Iglesias para armar una coalición, los morados se plantean ahora proponerle un acuerdo programático de legislatura con medidas sociales para aprobar en el Congreso.

Con este entendimiento los podemistas creen que podrían aparecer como aliados de una transformación de fondo del país que responda a los anhelos que palpitan en las calles (feminismo, pensiones) y, de este modo, ser vistos como triunfadores junto al PSOE. La otra alternativa, la de fustigar a Sánchez con una oposición dura, es toda una tentación pero parece que se impone la tesis de que esa actitud no sería aceptada por sus simpatizantes, puesto que chocaría con la oleada de ilusión que vive el espectro de la izquierda tras haber echado al PP del Gobierno.

La tensión, sin embargo, existe y los populistas caminan sobre una hoja de doble filo: apoyar a Sánchez con el riesgo de ser reducidos a la irrelevancia, o bien desenmascarar al PSOE con una oposición férrea que señale sus incumplimientos pero que les alinearía, ¡ay, contradicción!, con un PP enfurecido.

Las voces de los dirigentes suenan con acentos distintos. Iglesias vaticina a Sánchez un “calvario” por preferir gobernar en solitario con 84 diputados en lugar de aceptar su propuesta de coalición y le advierte contra la “arrogancia” de pensar que puede salir vivo sin ayuda.

En esa llamada de atención a la “debilidad” del Gobierno encaja el planteamiento de un acuerdo programático de lesgislatura. Los de Iglesias pondrían sobre la mesa medidas a las que los socialistas no se pueden oponer ideológicamente pero que comportan un incremento del gasto que rebasa lo presupuestado. El ejemplo más llamativo son los permisos de paternidad y maternidad obligatorios, iguales e intrasferibles.

ALTERNANCIA O ALTERNATIVA

“El PSOE tiene que decir si va a ser simple alternancia o si va a ser una alternativa que supere la experiencia neoliberal”, explica Manolo Monereo, diputado de Unidos Podemos por Córdoba y miembro del denominado ‘Gobierno en la sombra’. Este grupo se reunió el viernes para analizar qué estrategias aplicar frente al nuevo contexto.

Por el momento, Podemos exhorta a Sánchez a retratarse. “La cuestión es qué quiere el PSOE de Unidos Podemos. ¿Quiere que seamos confidentes?, ¿amantes de noche?, ¿cómplices en una alianza que nos invisibilice?, ¿aliados porque cree que somos fundamentales o aliados solo para gobernar ellos y reducirnos a lo que era IU?”, plantea Monereo.

El secretario de Análisis Estratégico, Íñigo Errejón, defiende que Podemos debe “empujar”, “respaldar” y “marcar el horizonte” a Sánchez. Está convencido de que la llegada del PSOE a la Moncloa es un “viento de cola para todos”, socialistas y podemistas. “Las fuerzas progresistas o aprendemos a cooperar o nos peleamos en la oposición”, sostiene.

NI DESENMASCARAR NI LLORAR

El que fuese el jefe de argumentario del primer Podemos, Jorge Moruno, ahora en la lista de Errejón a Madrid, avala también la tesis de la colaboración entre fuerzas progresistas. “Ni desenmascarar ni llorar: acompañar, empujar, anticipar y arrastrar. Alimentar el hambre de cambio para llevar al gobierno más lejos de sus intenciones. Dirigir antes de gobernar”, razona en redes sociales citando a Antonio Gramsci.

Fuentes podemistas próximas al oficialismo alertan de que si el PSOE rechazase la oferta del pacto programático, algo que intuyen, a Podemos no le quedaría más remedio que pasar a una oposición “firme”. Esta posibilidad fascina a algún dirigente morado que apela a la víscera de atacar al PSOE con las horas más negras de su pasado.

Sin embargo, Iglesias ha impuesto una “mínima cortesía” antes de llegar a ese estadio, consciente de que sus bases sienten ilusión con el Gobierno de Sánchez y que Podemos no puede arriesgarse a situarse en el mismo eje de oposición que el PP.

Él mismo anticipaba ese riesgo en el análisis político con el que ganó Vistalegre 2. “Para nosotros hubiera sido imposible ser la oposición al PSOE entregándoles el gobierno; la oposición hubiera sido el PP y el turno se habría mantenido”, argumentó en febrero del 2017.

En el partido admiten que la “preocupación” es “enorme” porque todas las opciones entrañan “riesgos graves” que pueden dejar a Podemos en la ruina. Múltiples voces reconocen que la tensión no puede resolverse de súbito, en una única decisión tomada en los próximos días, sino que se irá desbrozando en función de lo que haga Sánchez y de la paciencia que pueda tener Iglesias. Señalan que, a fin de cuentas, la cuestión es atreverse a elegir entre abrir una luna de miel con el PSOE o volver a la ‘cal viva’ .