La dirección de Podemos estaba convencida desde que se convocaron las nuevas elecciones que esta iba a ser una campaña polarizada en la que sus adversarios iban a atacarles con dardos cargados de veneno para hacerles caer en el fango, arrastrarles hacia la agresividad y así inocular el mensaje del miedo. Íñigo Errejón, el secretario político, también tenía claro que el principal foco de electorado donde ese temor puede propagarse es en el electorado de mayor edad, un sector que es especialmente resistente al cambio, pero que el partido morado necesita para conquistar una mayoría social el 26-J. El diseño de la campaña trata conjurar ese riesgo y aprovechar el filo beneficioso de la doble hoja del sable del miedo: la ilusión, simbolizada en el corazón que es el logotipo de Unidos Podemos.

Es el gran examen ante las urnas de los podemistas, la disputa sentimental por un voto que no le viene dado y que sólo puede lograr dulcificándose para abrirse más allá del voto duro que ya tienehipermovilizado. "Miren de qué lado están las sonrisas y de qué lado los insultos, eso ilustra cuál es la geografía emocional de la campaña", admite Errejón ante los suyos. La estrategia se evidencia en los mítines como el de este domingo en Salamanca, puesto que en las ciudades medianas es donde Podemos intuye que hay un electorado que simpatiza con el cambio pero no acaba de dar el paso y podría quedarse en la abstención.

“Van a intentar enfangar la campaña, que la gente esté enfadada. Lo van a intentar en ciudades medias y pequeñas y con nuestros mayores”, señala el número dos acto tras acto. Y les da dos claves para evitarlo: que el primer paso, el 20-D, se dio en las grandes urbes, pero que la victoria no se logrará si no arrancan escaños clave en localidades intermedias, y que es ahí donde se juega en realidad la campaña. Y el segundo argumento de oro. Para llegar a esos mayores son imprescindibles los hijos y los nietos, un electorado ya seducido que arrastrar a los indecisos hasta las urnas. “Hay que ir a votar con los abuelos”, resume Errejón, y le apoya el candidato por Salamanca, Jorge Lago. "El otro día conocía a una familia. Los abuelos se exiliaron en los años cincuenta. Ahora un nieto ha tenido que volver a exiliarse a ese mismo lugar, dice para apelar a la conexión entre generaciones.

IU, EFECTO MODERADOR

La profunda preocupación de Podemos en esta campaña es no caer en los ataques del PP, Ciudadanos y el PSOE, que buscan un cuerpo a cuerpo bronco que active en el electorado el recuerdo de la cal viva y los episodios más agresivos protagonizados en los últimos meses por el Pablo Iglesias. Para desactivar ese riesgo, la estrategia ha diseñado un perfil plano y suave del secretario general, que esta vez participará sólo en 8 actos, frente a la veintena que protagonizó el 20-D. Imagen con corbata, respuestas delicadas en televisión, menos mítines, y más Errejón sobre los escenarios. Desde ahí, el jefe de campaña pide constantemente a los simpatizantes que no respondan a la crispación. Que no contesten a los insultos. Que si el PP y C’s atacan con odio, ellos continúan adelante con ilusión. “Están intentando que la campaña se crispe, y estáis aguantando a pulso, manteniendo la sonrisa”, les insiste. No sólo como mensaje a su voto duro, sino especialmente para abrirse a aquellos sectores a los que Podemos tienta pero todavía no ha logrado seducir.

Como elemento favorecedor en un entorno sociológico-electoral adverso, en Podemos cuentan con el apoyo de IU, una fuerza que cuenta con una implementación histórica en el territorio y que los indecisos no ven como algo nuevo, desconocido, y a la postre, arriesgado, etiqueta de la que el partido morado no ha logrado desprenderse en algunos territorios.