A tan solo 30 metros de la escuela, cayó el tren de aterrizaje del avión estadounidense que transportaba las cuatro bombas termonucleares que marcaron el destino del pueblo. Dolores Alegrías, de 72 años, era por entonces una de las cuatro maestras de Palomares y estaba embarazada de su hija mayor. "Estábamos en clase cuando pasó. Les dije a los niños que era un terremoto y que no se movieran del aula. Entonces entró una niña gritando que había visto un avión con fuego. Nos llevamos un buen susto", recuerda Dolores.

"Fue muy fuerte, podríamos haber desaparecido todos", explica Dolores, quien opina que el museo es una "buena iniciativa" para dar trabajo a mucha gente que ahora está en paro.

Esta idea es compartida por Juan José Pérez, el alcalde de la pedanía. "Estoy convencido de que el museo atraerá a muchos turistas y a las escuelas, porque lo que pasó es increíble. También se generarán puestos de trabajo en Palomares", afirma.

La casa de Pérez está a tan solo 300 metros de los terrenos donde cayó una de las bombas. Asegura que, si fuera peligroso vivir en Palomares él sería el primero en llevarse a su familia.

A José Zamora no le convence la idea del museo. Este vecino de Palomares de 69 años heredó un terreno que toda la vida estuvo cultivado de tomates, sandías, lechugas, patatas y pimientos. Hasta hace ocho años, cuando las autoridades avisaron de que podía haber radiactividad.

"Si limpian la radiactividad de los campos, lo más lógico sería que devolvieran los terrenos a sus dueños y construyeran el museo en el centro del pueblo", añade José, al que hace tres años le expropiaron las tierras.

"Yo recogí al piloto del bombardero, que sobrevivió al accidente gracias a su paracaídas y lo llevé con mi coche al hospital de Vera. Tenía una herida en la ceja y tiritaba de frío", explica Manuel González, de 77 años, quien es de por sí un museo.

"Tuvimos mucha suerte. Al ver el accidente temimos que nos cayera algo encima. Después nos dijeron que no tocá- ramos nada, pero yo me llevé un trozo de la bomba y un tornillo del motor del avión", añade Manuel, quien también guarda muchas fotos de aquel fatídico día para el pueblo.