La policía pidió al marroquí Jauad el Buzruti, imputado por colaboración con la trama terrorista del 11-M, que le ayudara a localizar a Mohamed Afalah y Abdelmajid Buchar, supuestos autores directos de la masacre que se encuentran en paradero desconocido junto con los también huidos Amer el Azizi, Said Berraj, Mohamed Belhadj y Daud Udjname. Buzruti aceptó los 400 euros que le ofrecieron para viajar a Bélgica, llegó a Bruselas, visitó a unos familiares, se compró un Mercedes, regresó y no aportó dato alguno sobre los fugados.

Según consta en la parte del sumario del 11-M sobre el que el juez Juan del Olmo ha levantado el secreto, este marroquí que trabaja en la construcción y residía en Fuenlabrada, conocía a casi todos los miembros de la célula de Leganés, autores de la masacre. Confesó ante el juez que el supuesto portavoz Yussef Belhadj, identificado como el terrorista que aparece en el vídeo hallado en una papelera de la mezquita de la M-30 reivindicando el atentado, había sido vecino suyo en Marruecos y que le había visto en Leganés "10 días antes" de los atentados.

Además, Buzruti conocía muy bien a Afhalah, lugarteniente del dirigente del Grupo Islámico Armado (GIA) argelino Allekema Lamari, excarcelado tres años antes por error judicial y que se suicidó en el piso de Leganés. También tenía buena relación con Buchar, corredor de medio fondo, que logró eludir el cerco policial en torno al piso de Leganés. La tarde del 3 de abril del 2004, Buchar fue a la casa donde se encontraban los terroristas para llevarles comida y, al advertir la presencia policial, empezó a dar gritos para alertar a sus compañeros y huyó corriendo.

COLABORACION CERO Las relaciones de Buzruti con los miembros de la célula eran tan estrechas que había prestado su automóvil a Afalah y, según los investigadores, ese coche pudo ser usado por el propio Allekema Lamari. Por eso, la policía estuvo en su casa el mismo día del atentado para preguntarle si conocía el paradero de éste. Cabe recordar que el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) venía alertando al Ministerio del Interior sobre la peligrosidad de Lamari.

Pero Buzruti no aportó dato alguno ni el 11-M ni el 3 de abril, cuando la policía localizó a los terroristas en el piso de Leganés.

CONFIDENTE El sumario también contiene el testimonio de un confidente, considerado testigo protegido, que avisó tres meses antes del 11-M a la brigada de estupefacientes de que unos marroquís que traficaban con droga iban a atentar contra los trenes. La información le había llegado a través de su cuñado, también traficante, quien lo supo por sus contactos con tres de los autores de la masacre: Rachid y Mohamed Aulad, muertos en Leganés, y Jamal Zugam, encarcelado.