Es poco probable que la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, se imaginara hace unos días la cantidad de titulares de prensa que iba a regalar en su ya habitual y estival gira por Iberoamérica. Claro que el motivo de tanto revuelo informativo no es su apretada agenda, sino el polémico anuncio que hizo el lunes, desde San José (Costa Rica), al subrayar que la Fiscalía General del Estado se disponía a recurrir el archivo del caso Camps , quizá sin caer en la cuenta de que la institución que dirige Cándido Conde-Pumpido aún no había hecho pública esa decisión. Así, De la Vega se ha convertido, sin quererlo, en el nuevo objeto de los ataques dialécticos de los populares, que le acusan directamente de obviar la separación de poderes y manipular a su antojo a la justicia para arrinconar políticamente al presidente valenciano, Francisco Camps.

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CAMBIO DE OBJETIVOS No es nuevo en el devenir del caso Gürtel que el PP intente defenderse de los escándalos que llueven sobre su tejado, o busque la cohesión interna, con feroces ataques. Lo que sí varía es el receptor de los mismos: primero fue el juez Baltasar Garzón; después el exministro de Justicia Mariano Fernández Bermejo y, la pasada semana, la estrella fue el titular del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, por su hipotética responsabilidad en las filtraciones del sumario a la prensa. Desde que hiciera sus apresuradas declaraciones sobre el recurso de la Fiscalía, De la Vega es el actual objeto de la ira popular.

Y como recién elegido objeto de esa ira, fue citada ayer por varios dirigentes del PP que no dudaron en hacer un alto en sus vacaciones para cargar contra la vicepresidenta, reclamar su dimisión en nombre del Gobierno valenciano o amenazarle con denunciar su actitud en el Parlamento Europeo, tal y como hizo el vicesecretario de los conservadores, Esteban González Pons. "Estamos en vísperas de que España asuma la presidencia de la Unión Europea y no será bonito que la Cámara de la UE tuviera que acabar condenando el uso que el Gobierno hace de la Fiscalía y la policía", espetó. Ante esto, dos apuntes a tener en cuenta: los conservadores son mayoría en Bruselas y Pons ha protagonizado varios encontronazos públicos con De la Vega en los últimos años, dado que, en las elecciones generales de 2008, ambos fueron número uno por Valencia de las listas de sus partidos.

También salió a la palestra la secretaria general de los populares, María Dolores de Cospedal, que fue un paso más allá y mezcló la lucha contra ETA en este vaivén declarativo. "Es la primera vez en la historia que un Gobierno utiliza a la Fiscalía no para dar instrucciones para perseguir, como tendría que hacer o hizo en otras ocasiones, a ETA, sino para perseguir a la oposición", enfatizó a través de un vídeo distribuido por el PP, siguiendo una moda que tratan de imponer los políticos a los medios de comunicación y que, de nuevo ayer, denuncian las asociaciones de periodistas.

ACEPTAR LOS TRAJES ¿Y cómo lleva De la Vega el asunto? Pues con algo más de prudencia y desde el silencio, ya que ayer evitó hacer declaraciones sobre la trama Gürtel o cualquier otro tema, informa Albert Ollés. No obstante, los socialistas, con Leire Pajín a la cabeza, intentaron cubrir a la vicepresidenta y buscar otro punto de atención: según Pajín, lo relevante no es tanto el archivo del caso o el recurso de la Fiscalía, sino que los jueces de Valencia no hayan sido capaces de negar que Camps mintió al sostener que él se pagó sus trajes. "Ningún magistrado duda de que Camps haya recibido trajes, lo que pone de manifiesto que el presidente de la Generalitat ha mentido en sede parlamentaria y judicial", dijo. Mientras, el PSPV trabaja en su propio recurso contra el archivo del caso Camps . En su opinión, el fallo del tribunal de Valencia (TSJCV) ha podido pervertir el sentido original del artículo 426 del Código Penal, que describe como delito de cohecho impropio la acción de aceptar regalos por parte de un cargo público, aunque no otorgue favores a cambio.

Según el citado tribunal, Camps no delinquió al no favorecer contratos con la red corrupta, pero elude meterse en el fango de las dádivas.