El Gobierno desconcierta con sus timonazos en política económica y la extravagante forma en que hace llegar sus propuestas a la sociedad. El principal partido de la oposición, para no ser menos, mantiene en vilo a la opinión pública amenazando con tomar medidas tan drásticas como la presentación de una moción de censura y arrepintiéndose de lo dicho a los 10 minutos, fomentando así la imagen de caos en plena presidencia española de la UE. Valga como ejemplo la reacción que tuvo ayer la número dos del PP, Dolores de Cospedal, quien, según el análisis que horas después haría su propio partido, contestó "al desatino" del Ejecutivo "con otro desatino", esto es, amagar con arrinconar a José Luis Rodríguez Zapatero a través de una moción de censura para la que los populares no tienen asegurado el respaldo suficiente.

"¿El PP podría encontrar los apoyos para que hubiera una moción?", se le preguntó a Cospedal ayer, a primera hora de la mañana, en una entrevista en la Cope. "Si la situación sigue como hasta ahora, cada vez peor, y eso que uno se imagina que no puede estar peor de lo que está, que nos lleva pasando hace meses, nosotros trabajaremos para que eso sea así", respondió. Como era previsible, sus palabras provocaron una sacudida en el mundillo político. No en vano ella es, jerárquicamente, la mano derecha de Mariano Rajoy. Pero fue su jefe quien tuvo que desautorizarla un poco después.

REFLEXION INTERNA Así, Rajoy aprovechó un acto público en Valladolid para descartar que, actualmente, esté pensando con seriedad en una moción de censura. "En el futuro, veremos", añadió, en un intento de suavizar sus correcciones a Cospedal. De hecho, no es la primera vez que surge esta controversia en el seno del Partido Popular: ya en la pasada legislatura, hubo dirigentes conservadores que intentaron convencer a su presidente de dar un paso en este sentido siguiendo el modelo Piqué, o sea, la presentación de una moción de censura para forzar el debate parlamentario, pero retirándola antes de la votación para evitar la derrota (tal y como hizo el expresidente del PPC en tiempos de Pasqual Maragall).

El pasado año, volvió a poner en boga esta cuestión el presidente del PP andaluz, Javier Arenas, defensor de la política efectista: vaticinó que Rodríguez Zapatero no tendría "fuelle" hasta el 2012 y, con calculada ambigüedad, advirtió de que la moción de censura ya estaba "en la calle". En cualquier caso, Rajoy nunca ha visto con buenos ojos esta posibilidad y, mucho menos, que el asunto sea pasto de la prensa. "Una moción se presenta, nunca se anuncia", ha sentenciado el presidente popular en numerosas ocasiones.

Otra opción que ha venido planteándose el PP es, si la situación económica sigue tan oscura, martillear la exigencia de un adelanto electoral hasta que cale en otros partidos y sectores sociales. El jueves, la presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre, se pronunció en esta dirección y hasta su compañero-adversario, Alberto Ruiz-Gallardón, se mostró ayer de acuerdo.

CANTINELA POPULAR El entorno de Rajoy insiste en que tampoco esa es la prioridad, puesto que el presidente popular quiere ahora un debate en el Congreso con Zapatero. Pretende que sea el jefe del Ejecutivo quien se retrate ante los ciudadanos explicando sus proyectos de reforma en pensiones o el área laboral. "Además, no sería coherente haber exigido reformas valientes y, ahora que las ponen sobre la mesa, tirarse a la yugular", afirman las fuentes consultadas. Lo cierto es que, por si sonara la flauta sin necesidad de tocarla, todos los dirigentes del Partido Popular, incluido Rajoy, repiten estos días la misma cantinela: "Estamos preparados para gobernar".