Lo repitió varias veces: "No hay más que una nación: la española". En un acto presentado como un homenaje a la Constitución, Mariano Rajoy arengó ayer a las decenas de miles de militantes del PP en la Puerta del Sol de Madrid --200.000 según las autoridades locales, en manos del PP-- a defender la unidad de España frente a quienes quieren "fragmentarla" invocando "naciones presuntas". El líder del PP no citó ni una sola vez el Estatuto catalán, pero el público, que no coreó lemas anticatalanes, tampoco necesitó un cursillo de hermenéutica para entender a qué se refería. Oído lo oído, Rajoy sólo podía cerrar el mitin con "¡Viva la nación española!".

Cambian los protagonistas y se modulan los discursos, pero la historia se repite. En 1932, el diputado liberal-conservador Antonio Royo Villanova, anticatalanista de pro, capitaneó una cruzada contra el Estatuto de Núria que desembocó en un multitudinario mitin en la plaza de toros de Madrid. Ayer, 73 años después, Rajoy siguió sus pasos al sacar a la calle a las bases del PP en una exhibición de fuerza destinada, como la de Royo Villanova, a bloquear el texto catalán.

Arropado por la cúpula del PP, incluido un taciturno José María Aznar, Rajoy anunció: "Estamos aquí para renovar nuestro compromiso con la Constitución, la democracia y el régimen de libertades establecido en 1978". Así encabezó su manifiesto y, si su verdadero propósito hubiera sido rendir tributo a la Carta Magna, esta declaración hubiera bastado. Pero el fin era hacer un acto de reafirmación patriótica.

REGIONES, NO NACIONALIDADES Al dirigente popular no le tembló la mano --ni siquiera la diestra, vendada a causa del accidente de helicóptero-- al abanderar la defensa de la unidad nacional, que equiparó a la "igualdad en derechos de todos los españoles". Al rememorar cómo la Constitución "distribuyó el poder entre todas las regiones", se olvidó de que también habla de "nacionalidades". Omisión que tal vez no fuera casual, pues luego sentenció: "El Estado autonómico no significa que nuestra nación se fragmente en parcelas. No hay más que una nación, la española. No reconocemos más poder soberano que el del pueblo español entero".

BUSQUEDA DE PRIVILEGIOS Desde esa premisa, Rajoy recalcó que la Constitución desterró "conceptos anteriores a la democracia", y censuró, refiriéndose a las fuerzas catalanas, a quienes "escarban en el pasado" para "desenterrar ejecutorias de privilegios". También abominó del "lenguaje antiguo" que invoca "derechos históricos" como los que el Estatuto catalán reclama para Cataluña, "soberanías medievales" o "pueblos irredentos".

Porque, a su juicio, ni el territorio ni la historia conforman una nación. España, pues, no es una "nación de naciones", sino "una nación de personas libres e iguales", y "no existe nada que pueda invocar derechos por encima de los ciudadanos": ni "clases sociales en lucha", ni "naciones presuntas", ni ningún "credo nacionalista obligatorio".

EXCLUSION DE MEDIA ESPAÑA Si a los políticos catalanes les silbaron los oídos, José Luis Rodríguez Zapatero también se llevó lo suyo. Rajoy acusó al Gobierno de permitir que "se violen los derechos de muchos españoles por razón de lengua o ideas". No osó dar nombres, pero la alusión lingüística sugiere que hablaba de Cataluña y Euskadi. También denunció que "hay voces", en referencia al PSOE y a sus socios, que quieren reformar la Constitución para "imponer lo que no lograron en 1978" y que, aliadas contra el PP, han pactado "la exclusión de media España". Y condenó el diálogo con ETA al recordar "a quien lo tiene que oír" que ha asesinado a cientos de españoles que defendían la Carta Magna.

La organización de la manifestación, vigilante, evitó que afloraran pancartas o consignas anticatalanas, hecho que los servicios de prensa del PP se esforzaron en destacar. Que la ausencia de expresiones catalanófobas sea noticia revela hasta qué punto el clima de confrontación territorial empieza a adueñarse de la opinión pública.