Los servicios secretos entran en la brega. En su empeño de desgastar al PSOE y legitimar la actitud del Gobierno de José María Aznar en el 11-M, el PP llegó ayer al extremo de sembrar sospechas sobre el papel que jugó el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) antes y después de la masacre. Así, los populares exigieron que la comisión del 11-M cite en el Congreso al actual director del Centro, Alberto Saiz, a su predecesor, Jorge Dezcallar, y al preso islamista Albderakrim Besmail, condenado por terrorismo. El PSOE y otros tres grupos rechazaron estas demandas.

Convocado por el presidente del PP, Mariano Rajoy, a una reunión urgente en Madrid, Eduardo Zaplana interrumpió ayer sus vacaciones para atizar las brasas de la comisión del 11-M, cuyo fuego investigador está a punto de extinguirse por decisión de todos los grupos salvo el conservador. Para cumplir su misión, el portavoz del Grupo Popular en el Congreso aireó la supuesta vinculación con el CNI del socialista asturiano Fernando Huarte, que antes y después del atentado del 11-M visitó en la prisión de Villabona a Besmail.

"¿A QUIEN INFORMABA?" Decenas de preguntas, trufadas de sombras de sospecha, deslizó Zaplana antes de exigir una "reunión urgente" de la comisión del 11-M para debatir unas comparecencias a su juicio obligadas por el "cambio cualitativo de primera magnitud" que ha experimentado la investigación. Entre otros, dejó en el aire el interrogante de si del 11 al 14 de marzo, "cuando el PSOE aseguraba que el Gobierno del PP ocultaba algo" sobre la autoría de la matanza, lo hacía con información proporcionada por este socialista asturiano: "¿A quién informaba Huarte de sus contactos? ¿Al director del CNI, al PSOE o a los dos?", se preguntó Zaplana.

Dirigente del PSOE en Gijón y presidente de la ONG Asociación Nacional de Amigos del Pueblo Palestino Al Fatah, Huarte sólo confirma haber visitado tres veces a Besmail, y siempre por motivos humanitarios: le consiguió cita con un dentista y le llevó ropa y revistas árabes. La última visita fue el pasado 9 de octubre, siete meses después de los atentados de Madrid y poco antes de que la policía detuviese de nuevo en la cárcel a este preso argelino --condenado a 14 años de cárcel por pertenecer al Grupo Islámico Armado (GIA)-- en el marco de la operación Nova contra el terrorismo islamista.

Pero, ante todo, Besmail está considerado por la policía como el lugarteniente de Alekema Lamari, uno de los cabecillas del comando del 11-M que después se suicidó en Leganés. Lamari envió dinero a Besmail a la cárcel de Villabona hasta poco antes de los atentados de Madrid.

EL ENIGMA Estos vínculos, junto al hecho de que un funcionario hallara en su bolsillo el nombre de dos etarras presos en Córdoba, han convertido a Besmail en uno de los personajes favoritos del PP, obstinado en relacionar a ETA con el 11-M. Una línea a menudo apuntada por El Mundo, el diario que ayer aseguró que el contacto de Besmail, el socialista Huarte, trabaja para el CNI desde 1992. El rotativo sólo citaba una enigmática frase pronunciada el lunes por el dirigente del PSOE José Blanco sobre Huarte: "Yo tengo claro cuál era el objeto de sus visitas, y me consta que los miembros del anterior Gobierno también".

UNA CONFIRMACION IMPOSIBLE Tanto María Teresa Fernández de la Vega, vicepresidenta primera del Gobierno, como el propio CNI recordaron ayer la imposibilidad legal de informar sobre el personal y colaboradores del Centro. Por su parte, el socialista Diego López Garrido consideró un "disparate" y una "irresponsabilidad" que el PP quiera llevar al Congreso a dos jefes del CNI y al terrorista Besmail. También ERC, PNV e IU-ICV se opusieron a estas comparecencias.