El Partido Popular resucitó ayer el fantasma de los GAL tras una polémica confidencia que realizó el expresidente del Gobierno Felipe González. En una entrevista en El País , el político socialista confesó que, a finales de los años 80, tuvo una oportunidad para "liquidar" a la cúpula de ETA, pero rechazó dar esa orden. Acto seguido, González añadió: "Todavía no sé si hice lo correcto".

El vicesecretario general del PP, Esteban González Pons, reclamó de inmediato explicaciones por la revelación, pero antes afirmó que el exjefe del Ejecutivo socialista ha despejado una de las incógnitas que más artillería dio a los populares para su estrategia de acoso y derribo al expresidente González. "Se ha situado él solo en la X del GAL", concluyó el dirigente de los populares.

REACCIONES Para González Pons, las declaraciones del exlíder del PSOE "ponen de manifiesto que los GAL existían" y que "sus orillas llegaban hasta la mesa del presidente del Gobierno". La reacción del PP ha sido contestada por la dirigente socialista Elena Valenciano, quien aseguró que cada vez que hace declaraciones González Pons, los conservadores "renuevan su dosis de rencor, frustración e impotencia". Y no renunció tampoco a hacer su propio juego de letras con su oponente: "González Pons es la F de frustración, la R de rencor y la I de impotencia".

Otro dirigente del PP, el eurodiputado Jaime Mayor Oreja, no defraudó a los seguidores de su estilo y resumió las declaraciones de Felipe González con una andanada contra el PSOE: "Algunos pasan de asesinarlos a negociar con los terroristas". Más diplomático, dentro de la crítica, resultó el PNV. El dirigente del partido en Vizcaya, Andoni Ortuzar, afirmó que "tener la duda de si matar o no habla muy mal de un presidente del Gobierno".

En la entrevista, Felipe González habla sin tapujos de los años que estuvo en la Moncloa y revela algunos datos sobre lo que define como "las tripas del Estado". "Tuve una sola oportunidad en mi vida de dar una orden para liquidar a toda la cúpula de ETA, antes de la caída de Bidart en 1992. Querían estropear los Juegos Olímpicos (...) Llegó hasta mí una información, no sé cuánto tiempo antes, quizá en 1989 o 1990. Tenía que llegar hasta mí por las implicaciones que tenía". Este operativo, aclara, "no se trataba de unas operaciones ordinarias de la lucha contra el terrorismo".

A continuación, el expresidente del Gobierno desvela que tuvieron conocimiento de una reunión de toda la dirección de ETA en un lugar del sur de Francia. "La posibilidad que teníamos de detenerlos era cero, estaban fuera de nuestro territorio y la posibilidad de que la operación la hiciera Francia en aquel momento era escasa. Ahora habría sido más fácil".

Fue así como González se planteó la controvertida solución: "Solo cabía la posibilidad de volarlos a todos juntos en la casa en la que se iban a reunir. Ni te cuento las implicaciones que tenía actuar en territorio francés. La decisión es sí o no. Lo simplifico: dije no. Y añado esto: todavía no sé si hice lo correcto".

RAZONES Y DUDAS En su decisión, aseguró, no pesaron "razones morales", aunque no dudó en reconocer que estuvo a punto de arrepentirse: "Una de las cosas que me torturó durante las 24 horas siguientes fue cuántos asesinatos de personas inocentes podría haber ahorrado". El expresidente aprovechó la ocasión para defender al exministro del Interior José Barrionuevo y al exsecretario de Estado de Seguridad Rafael Vera, que fueron condenados por el secuestro de Segundo Marey.

"A Marey lo salvó la orden de Pepe Barrionuevo para que lo suelten cuando está detenido. Traté de demostrarlo, pero no me admitieron una prueba. Tenía el intercambio de las comunicaciones telegráficas con Francia para reconstruir aquello". Igualmente, el expresidente González apoyó al exgeneral Enrique Rodríguez Galindo, condenado a 75 años de cárcel por el asesinato de los etarras Lasa y Zabala. "Estoy seguro de que no participó ni dio la orden", sentenció el exdirigente.