El Partido Popular ha invertido mucho tiempo y energía en organizar su primer foro abierto a la sociedad concebido para la participación libre de los internautas, cuya jornada de inauguración tuvo lugar ayer en Madrid. Por eso, el líder del partido conservador, Mariano Rajoy, maniobró a través de su colaboradores para intentar dar, al menos durante unas horas, imagen de unidad. Y logró que la presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre, y el alcalde de la capital, Alberto Ruiz-Gallardón, se hablaran, besaran y hasta fingieran que entre ellos no pasa nada, pese a haberse lanzado, en los últimos días, mensajes más propios de adversarios irreconciliables que de compañeros de partido. Eso sí, en medio de esa frágil tregua, Aguirre cargó contra el diario El País por sus informaciones sobre los casos de espionaje, o por "la gran infamia", como ella lo llama. Y avisó de que habrá querella contra los autores del artículo.

Así, la presidenta regional llegó al recinto donde se celebraba el evento sobre las 10 de la mañana. Minutos después, salió a la puerta, con la secretaria general de los populares, María Dolores de Cospedal, a recibir a Rajoy. Se saludaron. Y cuando más soplaba el viento, ella le dijo: "Parece que amaina el temporal". Tan inoportuna predicción no pretendía ser metereológica, sino mediática.

SALUDOS "MUY ESPECIALES" Mientras, los militantes del partido ocupaban sus asientos. Como si de un congreso de novela negra se tratase, allí no se hablaba más que de espías y espiados. Hasta que llegó el momento de los discursos oficiales. Los oradores, entre los que se encontraban Aguirre y Ruiz-Gallardón, se besaron y susurraron palabras al oído. Las cámaras plasmaron tan forzado gesto de los dos rivales. El primero en subir a la tribuna fue el líder de nuevas generaciones, Nacho Uriarte. A continuación, Ruiz-Gallardón. Saludos generalizados. Y "un saludo muy especial para la presidenta de Madrid", enfatizó, no sin cierta sorna. Exigió a su partido dureza en la oposición ante la crisis y alternativas para ganar espacio social. Fue un elaborado discurso, con tono presidencialista. Ni una palabra de dosieres, aunque uno de los vigilados haya sido su vicealcalde, Manuel Cobo. El siguiente fue el candidato popular en Euskadi, Antonio Basagoiti. Y tras él, Aguirre.

DE PILLO A PILLO De nuevo, saludo general al auditorio. "Querido alcalde, y un saludo muy especial para ti también". De pillo a pillo, Aguirre devolvía al regidor el tramposo guiño. La baronesa hizo un discurso basado en la defensa de los principios tradicionales del PP. "En la solidez moral e ideológica radica la fuerza de un partido", sostuvo. Llegado ese momento, cargó contra José Luis Rodríguez Zapatero. Le criticó por casi todo, especialmente por convertir a España en "una fábrica de parados". Y tal y como se pactó, silencio absoluto sobre la presunta trama de espionaje de Madrid. En la misma línea se pronunció De Cospedal. Pero, fin de los discursos, fin de la paz: Aguirre ordenó a su consejero de Sanidad, Juan José Güemes, que ejerciera de portavoz ante la prensa. Con ese encargo, Güemes arremetió contra el periodista que ha desvelado la trama y se preguntó por qué dijo ante el tribunal que no culpaba a Esperanza Aguirre y, sin embargo, no pide "perdón a lectores y al Gobierno de Madrid". Y avisó de que le exigirán responsabilidades penales.