El comisario de Alcalá de Henares (Madrid), Eduardo Blanco, y el portero de la finca alcalaína que descubrió la furgoneta empleada por tres terroristas para perpetrar la matanza del 11-M, Luis Garrudo, se contradijeron ayer en la primera sesión de interrogatorios de la comisión parlamentaria del 11-M.

El portero aseguró que él supo al mediodía que se habían hallado detonadores y una cinta en la furgoneta que emplearon los terroristas. El comisario negó tajantemente hasta en ocho ocasiones que a esa hora se conocieran esos datos. El portero dijo que un policía le había negado la autoría de ETA cuando le llevaba a testificar a las dependencias de la brigada regional de información en Moratalaz (Madrid). El comisario aseguró todo lo contrario y dijo que la hipótesis policial apuntaba a ETA.

La comparecencia del comisario de Alcalá supuso un respiro para el PP. Su diputado Jaime Ignacio del Burgo llegó a exclamar al terminar su segundo interrogatorio al comisario: "Queda claro que el Gobierno no mintió por lo menos hasta ese momento". Ese momento eran las siete de la tarde del 11-M. A esa hora, el comisario Blanco recibió la orden del jefe de la brigada de información de Madrid de buscar testigos que hubieran visto a individuos de raza árabe en los trenes como presuntos autores de los atentados.

LOS DATOS DEL CONSERJE El primer compareciente ante la comisión investigadora fue el portero de la finca de Alcalá de Henares, que aportó varios datos sorprendentes. El primero, que cuando la puerta trasera de la furgoneta fue descerrajada, no sin esfuerzo, con una palanqueta y entró el perro policía, oyó hablar de que habían encontrado detonadores y cintas de casete. Eran las 12 del mediodía. Después, dos agentes llevaron a Garrudo a la sede de la brigada regional de información, en Moratalaz. Iban escuchando la radio, oyeron el mensaje del ministro del Interior, Angel Acebes, y el policía que conducía el coche comentó que no creía que ETA hubiera cometido los atentados.

El portero fue llevado a casa y, pasadas las 16 horas, fue citado de nuevo y llevado a declarar. Le dejaron en un despacho con una persona para que volcara sus recuerdos inmediatos. Según aseguró, todas las fotografías que le mostraron eran de personas con rasgos extranjeros, principalmente árabes.

Los comisionados populares, Martínez Pujalte y Jaime Ignacio del Burgo, en diálogo personal, se propusieron "preparar mejor las comparecencias". Su preocupación comenzó a disiparse cuando, después de la directora del Instituto Anatómico Forense, le llegó el turno al comisario de policía de Alcalá de Henares, quien en su exposición inicial ya dijo que "los guías caninos no detectaron nada".

"Lo que acaba de contar no coincide con algunas novelas que nos han contado", le dijo Del Burgo en referencia al testimonio del portero. El comisario le respondió que "si los guías caninos hubieran encontrado los detonadores, tendríamos que haberlo comunicado". No aclaró si el agente que guiaba el perro llegó a subir a la furgoneta Renault Kangoo, aunque pudo introducir medio cuerpo, según dijo. La bolsa con los detonadores y los restos de explosivo se encontraba bajo el asiento contiguo al conductor.

EL FALLO DEL GUIA CANINO Ante las reiteradas preguntas de los parlamentarios de por qué falló el perro, el comisario aclaró que él no era experto en la materia.

El responsable policial aclaró que la furgoneta fue enviada a Canillas en vez de a la sede de la brigada provincial de Moratalaz porque recibió una llamada del jefe de la policía científica. "Pasadas las cuatro de la tarde, se encontraron los detonadores", dijo el comisario. A las siete le llamó el jefe de la brigada de información de Madrid para que buscara testigos sobre magrebís e islamistas, concluyó.