La estrategia socialista para las elecciones municipales vascas pasa por desmarcarse claramente del PP. Pretenden evitar esta vez la confusión que se produjo ante los comicios autonómicos del 13 de mayo del 2001, cuando se difuminaron los lindes ideológicos que separan a ambas formaciones. Aquella experiencia, según la dirección del PSOE, resultó un fracaso.

Esta iniciativa, que parte del postulado "a partir del Estatuto de Gernika se puede negociar todo", intenta situar al PSE en el "fiel de la balanza política vasca". La formación que dirige Patxi López trabaja en todo caso para que la propuesta soberanista del lendakari Ibarretxe no ocupe el centro del debate.

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La brecha abierta entre el Gobierno central y el Ejecutivo de Vitoria es otra de las asignaturas pendientes. Esta situación, atribuida a la actitud intransigente de José María Aznar, fue tildada por fuentes socialistas de "provocación que acaso busque cosechar votos en Albacete pero en ningún caso resolver el problema vasco".

José Luis Rodríguez Zapatero alienta estos proyectos desde la convicción de que sólo los socialistas son capaces de ensayar nuevas fórmulas para desbloquear la situación en el País Vasco. La reciente intervención del presidente del PSOE, Manuel Chaves, en la convención autonómica de este partido, confirmó esa voluntad.

Tras señalar su alejamiento ideológico del nacionalismo, Chaves defendió el pleno encaje constitucional de esos partidos, "con idéntica presencia y con idénticas posibilidades de promoción que el partido socialista". Ello no impidió que ayer Zapatero dijera en la COPE que no se propone tender puentes al PNV porque le gustaría ponerle un tobogán "para que baje del monte".

El esquema que ha diseñado el líder del PSOE para que se normalice la convivencia en Euskadi se acelerará si gana las elecciones en el 2004. En principio, el plan incluiría estudiar una reforma del Estatuto de Gernika.