Gregorio Peces-Barba, alto comisionado para las víctimas del terrorismo, ha decidido coger el toro por los cuernos y reunirse con los afectados tras los incidentes ocurridos durante la manifestación del pasado sábado en Madrid.

Su ausencia volvió a ser utilizada ayer como arma arrojadiza por el PP, al tiempo que el PSOE señaló que aceptan las críticas pero no la "violencia y la intolerancia", y cargó la responsabilidad de lo ocurrido, aunque con sordina, sobre el sector más derechista del PP.

SERENAR LOS ANIMOS La convocatoria que Peces-Barba hará hoy pretende serenar los ánimos especialmente de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), convocante de la marcha. Pero se trata también, como señala el comunicado difundido ayer por el Gobierno, de cortar los "evidentes intentos de manipulación" que con "fines partidistas de orientación extremista" pretenden enfrentar a las víctimas con el Ejecutivo socialista así como a los que han sufrido el terrorismo de ETA con los afectados por la masacre islamista del 11-M en Madrid.

Los gritos contra el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, las agresiones al ministro de Defensa, José Bono, y los vítores al número dos del Partido Popular, Angel Acebes, fueron analizados por dirigentes del PSOE y del PP, que coincidieron en censurar la violencia en un acto convocado, precisamente, para condenarla. Pero ahí quedaron las coincidencias, porque el telón de fondo es la política antiterrorista.

FRENAR LAS HIPOTESIS El Gobierno intenta frenar las lecturas interesadas sobre hipotéticos sondeos que estaría realizando en medios etarras para el fin de la violencia. En el PSOE no hay dudas de que la manipulación de las víctimas no es ajena a los planteamientos del sector más derechista del PP, que tiene al propio expresidente José María Aznar como referente indiscutible, para desgastar a Zapatero en su política de diálogo con los partidos nacionalistas.

Alfredo Pérez Rubalcaba, portavoz socialista en el Congreso, calificó de "derechistas exaltados" a los agresores del sábado. Rubalcaba habló hace unos días con el presidente de la AVT, Francisco Alcaraz, que le mostró su apoyo a las medidas del Gobierno para evitar la excarcelación de etarras. Esta política penitenciaria, recordó, "se ha puesto sobre la mesa ahora, no hace cinco ni 10 años", en referencia a la etapa de Aznar.

PACTO DE ESTADO El dirigente del PSOE evitó relacionar directamente la actitud de los manifestantes con la exigencia de Aznar, el sábado en San Sebastián, para que no se pague precio alguno a ETA si deja las armas. Prefirió decir que a Mariano Rajoy, "se le han oído cosas sensatas" sobre la lucha anti-ETA. Recordó al PP que la única política contra los etarras que lleva a cabo el Ejecutivo está en el pacto antiterrorista.

A las críticas al PP se sumó el coordinador general de Izquierda Unida (IU), Gaspar Llamazares, que responsabilizó a "los hooligans del PP" de los altercados del sábado. Llamazares se preguntó si esta actitud es "la carta de presentación" de Acebes y la extrema derecha como componentes de la "renovada" dirección del PP, para concluir advirtiendo a los conservadores de que "quien siembra vientos, recoge tempestades".

Tras censurar a los que provocaron los altercados, el PP puso en la picota a Peces-Barba al cuestionar su idoneidad para el cargo. Aunque sin pedir la dimisión como hicieron los manifestantes. "¿Puede tomar realmente decisiones cuando su primera obligación es estar al lado de las víctimas?", cuestionó Ana Pastor en una rueda de prensa, ayer, junto a Gustavo de Arístegui. Ninguno de los dos había asistido a la manifestación.