El programa fiscal del PSOE ya tiene luz verde del partido, aunque no contiene ni una sola cifra. Los ponentes de la comisión económica de la conferencia política socialista lo aprobaron ayer por unanimidad, a pesar de haber sido en los últimos días el capítulo del programa más contestado desde los sindicatos.

Miguel Sebastián, el asesor independiente elegido por José Luis Rodríguez Zapatero para elaborarlo, defendió ayer que se trata del "programa económico más completo que un partido ha presentado nunca a unas elecciones". Pero reconoció la imposibilidad de cuantificar cada una de sus propuestas hasta tener los datos de que dispone el Ministerio de Hacienda.

Subirá el mínimo exento en el IRPF, en el que habrá menos tramos y el tipo máximo se aproximará al que pagan las empresas. Bajará el tipo marginal en el impuesto de sociedades, se eliminará "la maraña de deducciones" que ahora benefician a las grandes empresas, según Sebastián. Subirá la cotización de las plusvalías más altas y desaparecerán los impuestos de sucesiones y patrimonio medios y bajos.

El IVA bajará en alimentos y productos culturales y crecerán los impuestos al tabaco y el alcohol. Todo sin subir la presión fiscal y garantizando la suficiencia recaudatoria, promete el asesor económico de Zapatero, que asegura haber probado sus ideas con "varios menús numéricos".

LOS INGRESOS, PRIMERO Sebastián avanzó que la reforma no podrá aplicarse "antes del 2006" y añadió que un Gobierno socialista empezaría por garantizar los ingresos --reforma fiscal-- y luego se aplicaría a aumentar el gasto. El ingente paquete de mejoras sociales del programa no implicará "un salto en el gasto", defendió Sebastián, "porque no se aplicarán todas el primer año" y porque crecerán los recursos al crecer la economía.

Los representantes del PSC que acudieron a discutir el programa electoral en la conferencia política lograron que se incorporara el sello Maragall al programa socialista.

La organización colocó a José Montilla junto a Juan Carlos Rodríguez Ibarra, para que se dijeran bajito lo que tuvieran a bien sobre el papel de los nacionalismos en España. La cerrada ovación a Felipe González impidió oír su conversación.