En este año preelectoral, a diferencia de lo que sucede desde el 2004, nada espera el Gobierno de sus tradicionales aliados catalanes. Tratándose de un Ejecutivo sin mayoría absoluta, tal actitud de firmeza rozaría la osadía si no fuera porque ya se ha asegurado unos aliados de recambio: los siete diputados del PNV, exultantes por la renovación del cupo y necesitados del apoyo socialista para aprobar los presupuestos vascos, y una heterogénea colección de minorías que abarcan desde los galleguistas del BNG hasta el aragonesista José Antonio Labordeta o el tránsfuga de Coalición Canaria Román Rodríguez.

Más por cortesía que por interés, pues, el vicepresidente económico, Pedro Solbes, y el grupo socialista en el Congreso abrieron ayer con CiU e IU-ICV la negociación de los presupuestos del 2008. Hace un año, el presidente José Luis Rodríguez Zapatero logró el apoyo de CiU comprometiéndose con el democristiano Josep Antoni Duran Lleida a pactar con la Generalitat, antes del 31 de marzo del 2007, la inversión estatal en las infraestructuras catalanas. Pero, a 15 días de la presentación del presupuesto, los contactos siguen sin cristalizar en un pacto.