En comparación con los dos últimos comités federales del PSOE, el de este sábado no se anticipa ni tan relevante ni tan potencialmente explosivo. En el primero, el 1 de octubre, Pedro Sánchez fracasó en su intento de celebrar un congreso exprés para blindarse como secretario general y tras más de 12 horas de tensas deliberaciones, con múltiples gritos y algún llanto, dimitió. En el segundo, 20 días más tarde, los dirigentes socialistas decidieron, con una fuerte división interna y el amplio rechazo de las bases, dejar gobernar en minoría a Mariano Rajoy para evitar unas terceras elecciones generales. Esta vez, en cambio, se trata solo de poner fecha a las primarias para elegir al nuevo líder y al congreso posterior en el que se alumbrará un ideario político, dos citas que supondrán librar la batalla definitiva dentro de un partido que lleva más de un año en situación de enfrentamiento permanente.

La gestora que pilota el PSOE de forma provisional y los barones más importantes, un colectivo que engloba a todos los presidentes autonómicos socialistas salvo la balear Francina Armengol, propondrá que el congreso se celebre los días 17 y 18 de junio (y las primarias tres semanas antes, como dictan los estatutos) para que “dé tiempo” a trazar un proyecto que responda, entre otras nuevas realidades, a la irrupción de Podemos y la actual coyuntura económica. Los críticos con la dirección interina, donde están casi todos los mandos que antes apoyaban a Sánchez y ahora se han disgregado, defienden que la elección del secretario general tenga lugar cuanto antes, con el mes de abril como momento más tardío. A su juicio, la presunta necesidad de tiempo que arguye la gestora esconde, en realidad, un trato de favor hacia Susana Díaz, presidenta de Andalucía y favorita para liderar el partido, quien requeriría de cierto margen para dar el salto a Madrid.

Son visiones contradictorias, pero unos y otros coinciden en algo: los críticos son minoría. Ya perdieron la votación que acabó con la salida de Sánchez y la que aprobó la abstención ante el PP, y este sábado, reconocen los afectados, perderán con mayor diferencia, ya que ha habido movimientos hacia el bando oficialista. Pero solo entre los dirigentes, señalan. No en la militancia. El antiguo sanchismo, ahora convertido en antisusanismo, dibuja un escenario en el que la distancia entre las bases y la cúpula es cada vez mayor, con los afiliados mayoritariamente en contra del traumático giro dado por el PSOE, del no es no a la abstención. Confían en que este clima se plasme en las primarias, pero por el momento no se ponen de acuerdo sobre quién debe ser su aspirante a secretario general.

LOS CANDIDATOS POTENCIALES

La candidatura de Patxi López, aún sin confirmar, continúa ganando enteros entre los barones que antes apoyaban al exsecretario general, aunque el líder del PSC, Miquel Iceta, insiste en que los socialistas catalanes no se implicarán esta vez tanto como lo hicieron en la defensa de Sánchez. Si sus bases tienen derecho a votar en las primarias, algo muy probable pero que sigue estando en discusión, la dirección del PSC, subraya Iceta, será “neutral”. Mientras tanto, Sánchez continúa casi desaparecido. Dicen sus más cercanos que está “desanimado”. Aun así, son muchos en el PSOE, incluidos miembros de la gestora, los que creen que su núcleo duro, al final, le forzará a presentarse a las primarias, lo que traería consigo el paso atrás del exlendakari para no dividir el voto.

Y luego está Díaz. “Sabe ganar”, considera el presidente extremeño, Guillermo Fernández Vara, uno de los muchos dirigentes que en los últimos meses se ha acercado a la presidenta de la Junta. Díaz, quesacó nueve puntos al PP en los últimos comicios en su comunidad, es la principal baza electoral con la que cuenta el PSOE, señalan sus defensores. Pero su figura suscita tanto amor como odio. Muy implicada en la caída de Sánchez, a quien contribuyó a aupar en las anteriores primarias, la andaluza es vista por sus críticos como una dirigente “muy del sur”, alguien capaz de retener al votante socialista de más edad pero no de recuperar a los jóvenes, a los habitantes de las grandes urbes y a los antiguos simpatizantes en Cataluña. Vara, como muchos otros, creen que su candidatura debe ser la “única”, para no ahondar en las profundas heridas internas. Pero los críticos contestan que eso no sucederá jamás.