El runrún político en contra de la posición de la Conferencia Episcopal Española a favor del PP no se detiene. Ayer todos los partidos políticos tuvieron presente a la Iglesia. Y la mayoría, para criticarla.

En Granada, el presidente del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero, trató de obviar cualquier mención sobre la Iglesia en su discurso, en la conferencia política del PSOE andaluz. Pero tras ser espoleado desde la grada, hizo una alusión a la cuestión. "Los obispos pueden votar lo que quieran", afirmó antes de agregar que "no hay que ser advino" para saber a quién votan, en alusión al PP.

Más duro estuvo el siempre beligerante ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, quien afirmó que el Estado "no puede permanecer impasible ante lo que significa una entrada en el combate electoral de la mano del PP, defendiendo sus tesis sobre terrorismo".

El exministro de Defensa y actual cabeza de lista del PSOE por Toledo, José Bono, afirmó que "una cosa son 20 obispos y otra cosa es la Iglesia" y dejó claro que "los señores obispos tienen derecho a decir lo que piensan". También señaló que el voto lo deciden los ciudadanos y no los obispos. Más crítico se ha mostrado el ministro de Trabajo, Jesús Caldera, quien ha afirmado, durante la presentación de las candidaturas del PSOE por Salamanca, que "algunos obispos están muy lejos de lo que piensan los cristianos en España, pero muy cerca de lo que piensa la cúpula del PP".

Desde el Partido Popular, Mariano Rajoy ha acusado a Zapatero de estar "preso de un ataque de nervios" y de "crear líos donde no los hay". Zaplana ha instado al Gobierno a hacer memoria y recordar como en el 2004 "pregonaban hasta la saciedad manifestaciones de algunos obispos, cuando criticaban la invasión de Irak".