Si Andalucía se resfría, el PSOE estornuda. La plana mayor del socialismo español, con José Luis Rodríguez Zapatero a la cabeza, se reunió ayer en Sevilla para arropar al nuevo líder de la federación andaluza, José Antonio Griñán, en un momento de encrucijada histórica ante el acoso de un PP que amenaza con arrebatarle su principal granero de votos. "Este no es un congreso más", repitió Zapatero ante la trascendencia del cónclave que ha consumado la entronación de Griñán tras casi 20 años de hegemonía de Manuel Chaves.

El presidente de la Junta, cargo que ostenta desde hace un año, controla ahora también el aparato regional del partido, que dirigía Chaves. Con ello reafirma su liderazgo y el cambio de ciclo en aras de presentar a la población un proyecto renovado que logre la pirueta política de apelar al cambio desde las mismas siglas que llevan más de tres décadas gobernando Andalucía.

El objetivo no será fácil, y menos aún con el lastre de la crisis y unos sondeos electorales que están dando alas a los populares al concederles, por primera vez, posibilidades fundadas de dar el sorpasso. Un escenario que, por inducción directa, llevaría en volandas a Mariano Rajoy a la Moncloa. Por ese motivo era necesario materializar lo antes posible el relevo en la secretaría general de la federación más simbólica de los socialistas.

UNIDAD INTERNA Y hacerlo, además, ofreciendo una imagen de unidad interna y con el resto del partido. El PSOE no reparó en medios para apoyar a su nuevo barón y el presidente acudió junto a cinco de sus ministros (Angel Gabilondo, Cristina Garmendia, Bibiana Aído --elegida en la ejecutiva regional--, Alfredo Pérez Rubalcaba y José Blanco). Tampoco faltaron los principales dirigentes autonómicos e incluso estaba prevista la visita de la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, que cambió de planes a última hora para representar al Gobierno en el sepelio del Miguel Delibes.

En febrero, Zapatero escogió Málaga para su primer mitin del año y el viernes el Consejo de Ministros se trasladará a Sevilla para aprobar el inicio de la ejecución de la ley de economía sostenible. "Empezaremos aquí la ley que ha de cambiar el modelo productivo del país", dijo.

El congreso logró el reto de relativizar las tensiones internas por la profunda renovación de cargos que quiere acometer Griñán. Así se reflejó en el apoyo incontestable al nuevo líder y a la remozada ejecutiva que había presentado bajo la estrategia de compensar con savia joven su imagen de hombre de la vieja guardia. Griñán, de 64 años, se formó junto a Rafael Escuredo, el primer presidente andaluz de la democracia, y Felipe González. Con este último fue ministro de Sanidad y Trabajo.

Una sólida y dilatada trayectoria que le ha investido de la autoridad necesaria para romper con la etapa de Chaves, amigo personal y su principal valedor. El propio Zapatero probó ayer un anticipo de la marcada autonomía política de Griñán.

DEUDA HISTORICA Este aprovechó la presencia del jefe del Ejecutivo para reclamarle que cumpla su promesa de pagar antes del 20 de marzo los 1.200 millones de la deuda histórica fijada en el Estatuto andaluz. "Nos has dado muchas cosas que el PP nos negó", dijo en referencia al nuevo sistema de financiación. "Y sé que te vas a preocupar en conseguir lo que se cumple el 20 de marzo". Zapatero encajó el órdago con deportividad y agradeció a los andaluces su contribución destacada a la causa socialista. "Andalucía ha sido siempre el principal baluarte del PSOE", reconoció. De que eso no cambie depende su futuro como presidente en el 2012.