Quim Torra tomará posesión hoy como presidente de la Generalitat. Hasta aquí las certezas. Porque los detalles que rodean la celebración del acto han sido objeto de una dura negociación entre el Gobierno español y lo que queda del catalán. Según fuentes conocedoras de esas conversaciones, Torra reclama un acto austero, muy alejado de las puestas de largo tradicionales. Para dejar en evidencia la excepcionalidad del momento, y sus quejas por el hecho de que los impulsores de la declaración de independencia de octubre estén encarcelados o fuera de Cataluña, no quiere, por ejemplo, que esté presente ningún representante del Gobierno español. «Serán cinco minutos», afirman desde su entorno.

Pero es precisamente el Ejecutivo que preside Mariano Rajoy quien supervisará la ceremonia, que se convertirá en el penúltimo episodio del control que ha mantenido sobre la Generalitat en virtud de la aplicación del artículo 155 de la Constitución. Y el Gobierno pretende celebrar un acto lo más normal posible. Al cierre de esta edición, las diferencias impedían incluso precisar a las fuentes consultadas la hora de inicio -lo único que está claro es que será por la mañana- o si se colocará la tradicional medalla al nuevo president, ni quién lo haría.

La normalidad parece una quimera. Para empezar, la toma de posesión no se celebrará en el espacioso salón Sant Jordi de la Generalitat, sino en uno más pequeño. En lugar de los cientos de invitados habituales, los testigos directos serán apenas los familiares del nuevo president.

Torra ya ha adelantado que piensa utilizar la misma fórmula que usó Carles Puigdemont en el 2016 para prometer el cargo. En vez de las clásicas alusiones al Estatut, a la Constitución y al Rey, el expresident se comprometió solo a cumplir sus obligaciones «con fidelidad a la voluntad del pueblo de Cataluña, representado por el Parlament».

Torra, que ya ha advertido que se considera solo un recambio temporal para Puigdemont, piensa seguir tratando de poner en evidencia la excepcionalidad del momento en sus próximos actos. Después de viajar a Berlín el pasado martes para subrayar su papel subalterno, mañana visitará las cárceles de Estremera, Soto del Real y Alcalá Meco. Allí verá a todos los políticos catalanes presos, como informó mediante carta al ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido.

El Gobierno afronta las próximas semanas con recelo con respecto a los planes de Torra, pero cree que no pasará de las palabras a los hechos con respecto a la comisión de ilegalidades. El 155 no se levantará hasta que los nuevos consejeros tomen posesión, recuerdan desde la Moncloa con respecto a la voluntad del nuevo president de «restituir» en la medida de lo posible a los miembros del Govern anterior.