Joan Puigcercós llegó a la cúpula de Esquerra Republicana de la mano de Josep Lluís Carod-Rovira y saldrá de ella con la misma sensación que el líder al que depuso: hay que saber retirarse a tiempo cuando la victoria parece imposible. El presidente de ERC anunció ayer que dejará el cargo en octubre del 2011, que no optará a la reelección en el 26º congreso, que dejará paso a caras nuevas y que se cierra una etapa en la historia del partido. La generación que tomó las riendas republicanas en 1996 cederá el testigo a savia nueva, lo que no significa solo pasar página, sino también enterrar un periodo de luchas enconadas entre Puigcercós y Carod, con sus respectivos clanes. Toda una guerra de guerrillas que solo ha servido para encumbrar a Esquerra a lo más alto durante siete años y precipitarla al vacío hasta dejarla conmocionada.