Quizá la diplomacia española tenga razón al sostener que una vez finalizada la visita real a Ceuta y Melilla las aguas irán volviendo a su cauce, pero Marruecos se siguió empleando a fondo ayer en ejercer el derecho al pataleo. El pleno monográfico del Parlamento fue el marco elegido por el primer ministro, Abás el Fasi, para sacar toda la artillería retórica y reiterar con más solemnidad si cabe el rechazo a la "inadmisible" visita de los Reyes a "las dos ciudades marroquís expoliadas", aunque el disgusto de Rabat no se concretó en el anuncio de medidas.

En el discurso de Fasi no faltaron los reproches --por "la instrumentalización electoralista de la integridad territorial" de Marruecos-- ni las amenazas: "Esta visita influirá en las relaciones entre los dos países y en las condiciones de seguridad, estabilidad y paz en la región mediterránea". También hubo consejos --"España debe darse cuenta de que los tiempos de la colonización ya pasaron"-- y algún paralelismo: "Es lamentable que la cuestión de la descolonización siga de actualidad en algunos focos, como la Palestina ocupada y las ciudades de Ceuta y Melilla".

Mientras, en Lisboa, el ministro de Exteriores, Taieb Fasi-Fihri, insistía en que la "lamentable visita" real es más que "un pequeño malentendido" y que así se lo hará saber a su homólogo español, Miguel Angel Moratinos, con quien coincidirá en la Conferencia Euromediterránea.

La diplomacia marroquí siempre ha sido poco previsible, aunque es harto conocida su tendencia a echar más madera a la caldera de la presión. En todo caso, serán los actos de las próximas semanas los que revelarán la magnitud del descosido en las relaciones bilaterales. Mientras, España no ahorrará gestos conciliadores. Así, fuentes diplomáticas confirmaron que en la Cumbre Iberoamericana de Chile el rey Juan Carlos pedirá a los países participantes su voto --que puede ser decisivo-- para la candidatura de Tánger a organizar la Expo 2012, un proyecto en el que el rey de Marruecos, Mohamed VI, tiene gran empeño.