El PP ha tenido un intento de tercera vía , esto es, de camino alternativo entre el que propone Mariano Rajoy y el que, en un principio, parecía querer defender Esperanza Aguirre. Dicho intento parece haber quedado en nada porque lo ha impedido la dirección del partido, en cuyos despachos sonaron las alarmas.

Hace unas semanas, un grupo de jóvenes políticos quiso poner en marcha una operación para ganar fuerza en una organización que, según su criterio, hay que modernizar para derrotar al PSOE. Desde el 9-M, los impulsores de esta corriente han hecho movimientos arriesgados. Sondearon, en primer lugar, el entorno de Aguirre para ver si estaba dispuesta a disputarle el liderazgo a Rajoy. Hicieron un movimiento similar con los allegados a Eduardo Zaplana. E incluso trataron de que Juan Costa se sumara a su proyecto. Ninguno de ellos les hizo el guiño que esperaban. Además, sus intenciones llegaron a oídos del presidente, que tomó medidas.

Uno de los jóvenes a los que se relaciona con esta fracasada operación es el parlamentario por Toledo Alejandro Ballestero, quien hace semanas recibió una llamada de la portavoz, Soraya Sáenz de Santamaría, para ofrecerle ser portavoz en la comisión de control de RTVE. Pero finalmente el nombramiento no llegó. Compañeros de escaño del toledano interpretaron que Rajoy quiso darle una lección. En este ambiente, la actual presidenta del PP de Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal, abordó ayer en una entrevista la posible modificación del número de avales que necesita cualquier militante para poder optar a la presidencia, estipulado en el 20% de las firmas de los compromisarios que acudan al cónclave (600 para el de junio). "Si les gusta a los militantes, podría ser una opción reducir el número de avales", señaló. Con ese cambio, sería más fácil ver a varios candidatos a liderar el PP.