Mariano Rajoy no está para bromas y no lo oculta. Es más, quiere que todos y cada uno de sus militantes sepan que está profundamente enfadado con Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz-Gallardón por haber abierto, en vísperas electorales, un debate público sobre candidaturas y sucesores. En su opinión, toca dejar a un lado el interés personal y buscar la victoria. Y por si alguien no le había entendido bien, ayer convocó a la junta directiva para lanzar un último aviso a navegantes: "Aquí todo el mundo se ocupa de lo suyo y de los listos. Ese no es el camino para llegar al Gobierno".

En ese foro, Rajoy garantizó que estará a la altura de las circunstancias y, de paso, solicitó ayuda del resto del PP para intentar ganar. "Pido que nadie se distraiga", recalcó, agregando que es momento de "sobrevolar" las anécdotas y centrarse en criticar la gestión socialista, ofreciendo soluciones.

A su entender, el PSOE ha cometido suficientes errores como para convertir a los populares en posible alternativa. "Y no estoy dispuesto a dirigir un partido que se resigne", avisó, señalando que, en vez de entrar en polémicas sobre "etiquetas o pasados", hay que alertar a la sociedad de que "España está en riesgo".

El presidente-fundador, Manuel Fraga, rechazó confrontaciones internas y abogó por la unidad, aunque horas antes había apoyado públicamente a Gallardón. El alcalde de Madrid dijo en un programa de humor que sus "heridas" cicatrizarán pronto. Y Aguirre se mostró convencida de que el regidor, diga lo que diga, seguirá en política.

COMO NAPOLEON Entre los apoyos que ha recibido Gallardón está el del presidente de Perú, Alan García, que se halla de visita oficial en España y que ayer recibió las llaves de oro de Madrid. García, para animar a Gallardón, citó a Napoleón, quien, tras una derrota, proclamó: "Es verdad que vengo de perder una batalla, pero antes de que caiga la noche puedo ganar otra".