Uno de los movimientos obligados por el baile posterior a las elecciones del 1-N es buscar pareja, y las alianzas que en Cataluña han dado lugar al nuevo tripartito solo han dejado descolgadas a dos formaciones: CiU y PP. Los conservadores están convencidos de que ha llegado el momento de acercarse a los nacionalistas y de que les une mucho más de lo que les separa. Para el PP, las próximas elecciones generales no están tan lejos como para despreciar las garantías de estabilidad. Hay otro objetivo que corre más prisa. Dejar de estar solo en el Congreso. En la dirección del PP reconocen que es ineludible "recomponer las relaciones" y que, para ello, "hay que empezar a trabajar ya".

"Nuestra mayoría absoluta en las generales no es posible y CiU solo nos tiene a nosotros", aducen fuentes de la cúpula del PP para explicar que necesitan tanto a la federación de Artur Mas como este a Mariano Rajoy.

Pero el PP no contempla la posibilidad de que CiU gire sobre sí misma y empiece a apoyar todas las iniciativas del PP en el Parlamento. Saben que no será así. Se trata de que CiU deje de respaldar al Gobierno. Como consecuencia, el PP dejaría de quedarse solo. "No hace falta que voten con nosotros, sino romper con la foto del aislamiento" que los socialistas y sus socios han logrado imponer en los últimos meses, especialmente tras la dura oposición hecha por el PP al Estatut.

DISCREPANCIAS En este sentido, la segunda oportunidad del tripartito supuso un alivio en las filas del PP. Pero en cuanto a la utilidad que tendrá para hacer una oposición dura hay diversidad de opiniones. La primera reacción de Rajoy hizo pensar que Cataluña sirve aún para seguir atacando a Zapatero.

No todos lo ven tan claro. En la dirección hay quien cree que el "España se rompe" ya no tiene lugar. Dado que el 11-M se da por "agotado", la idea es centrarse en ofrecer un modelo territorial "más útil para la gestión".