El presidente del PP, Mariano Rajoy, cerró ayer el curso político de su partido con un ataque virulento al Gobierno, que por su forma y fondo permite vaticinar uno de los otoños más calientes de los últimos años. En la última sesión antes de las vacaciones veraniegas, Rajoy acusó a José Luis Rodríguez Zapatero de "desmantelar el aparato policial de la lucha contra ETA", por los últimos cambios en la comisaría general de información, y de causar "muchísimo daño" a España con sus "disparates" territoriales.

Tanto en su discurso ante la cúpula del PP como en la posterior conferencia de prensa, el líder conservador no se mordió la lengua al enjuiciar la gestión del Ejecutivo, al que tachó de "frívolo" e "irresponsable" en todos sus ámbitos de actuación. Culpó a Zapatero de haber roto, unilateralmente, el pacto antiterrorista, pese a la "lealtad" del PP y de dedicarse a "mendigar" una tregua con ETA, en una actitud "impropia de un Gobierno democrático". Como consecuencia, dijo, ha regresado la violencia callejera al País Vasco y la banda terrorista ha vuelto a "influir en política". Algo que ya sucedió, a su juicio, con la elección de la nueva presidenta del Parlamento vasco.

En el capítulo territorial, Rajoy acusó al presidente de haber roto el consenso con el PP para "satisfacer" al tripartito catalán. En ese sentido, denunció la "liquidación" de las normas básicas del Estado.