"Lo gordo fue ayer", afirmó Mariano Rajoy al tomar la palabra en la clausura del congreso del PP catalán, en una intervención en la que defendió la elección de Alicia Sánchez-Camacho como nueva presidenta y apostó por que el partido logre acceder al Gobierno también en Cataluña. Y sí, lo gordo fue el sábado. Los abucheos, los pitos, los gritos. La victoria ajustada de Camacho, la candidata impuesta por Rajoy. Casi todo sucedió el sábado, y ayer muchos de los participantes en el cónclave querían pasar página y olvidar la trifulca, que a tenor de la versión oficial, fue fruto, tan solo, de cuatro partidarios de la candidata alternativa, Montserrat Nebrera.

Lo gordo fue el sábado y Rajoy hizo ayer un discurso de clausura moderado y conciliador. Ni siquiera se metió demasiado con José Luis Rodríguez Zapatero. Como sería la cosa que, tras su discurso, el presidente del PP se acercó a la socialista Manuela de Madre, una de las invitadas de otros partidos, y le susurró: "Perdona, pero me tenía que meter un poquito con Zapatero".

El líder popular defendió la designación de Camacho apelando a la democracia y, olvidando el proceso previo, que en los últimos días, por orden suya, consistió en el cierre forzado de las candidaturas de Daniel Sirera, ya expresidente del PPC y de Alberto Fernández Díaz. "Es presidenta porque una mayoría de compromisarios que la han votado, en una urna y con voto secreto, así lo han estimado oportuno y así lo han querido", proclamó.

NEBRERA BESA AL LIDER A quien Rajoy ignoró totalmente fue a Nebrera. En su discurso y físicamente, cuando la diputada corrió al escenario para forzar un saludo con el líder del partido. Este logró darle esquinazo --no sin ayuda de quienes le rodeaban, que sirvieron de barrera-- en el primer envite. Pero Nebrera, sin darse por vencida, corrió detrás de la comitiva de dirigentes populares y periodistas, y antes de que Rajoy entrara en el coche, consiguió darle dos besos.

El líder del PP se fue tras apostar por que el partido tenga en Cataluña, como en el resto de España, capacidad de gobernar. Para ello recetó "no creerse más listo que el de al lado". Y citó plazas en las que el PP logró gobernar, "y parecía imposible". Aludió al caso de Madrid, y quizá por buscar plazas menos críticas, se refirió a las que dirigen sus más leales colaboradores: Valencia y Murcia.