Mariano Rajoy considera que el expresidente del Gobierno José María Aznar acertó al comprometerse a no superar, en ningún caso, dos legislaturas en el poder. Y tanto cree en el acierto político de aquella iniciativa que, según revelan desde su entorno, está dispuesto a asumir ante los españoles ese mismo compromiso en caso de lograr la victoria en las elecciones legislativas del próximo 9 de marzo.

Ahora está por ver cómo valora la cuestión el fundador del partido, Manuel Fraga --que siempre ha rechazado poner límites a los mandatos por la desazón que se crea en el seno de los partidos-- y aquellos dirigentes que, sin disimulos, esperan su oportunidad para suceder a Rajoy al frente del PP. Mientras, el candidato da los últimos retoques al perfil de sus candidaturas de cara a las generales, y hasta de su posible Gobierno.

GALLARDON Y ZAPLANA Faltan pocos días para que se desvele el misterio. El PP prevé dar a conocer a sus cabeza de lista una vez que se disuelvan formalmente las Cortes, esto es, el próximo 14 de enero. Alrededor de esa fecha se sabrá también si, para disgusto de la presidenta autonómica Esperanza Aguirre y como casi todos dan por hecho, el alcalde Alberto Ruiz-Gallardón tendrá hueco en la candidatura al Congreso o si el portavoz en la Cámara baja, Eduardo Zaplana, concurrirá a las elecciones por Madrid o Valencia. Si finalmente Zaplana lo hace en las listas valencianas, será con la férrea oposición del presidente de la Generalitat, Francisco Camps.

Sobre estas y otras polémicas internas ya ha reflexionado Rajoy quien, según se apunta desde la dirección popular, tiene tomadas las decisiones oportunas. Eso sí, los interesados las conocerán solo "horas antes" que la opinión pública, a fin de evitar inoportunas filtraciones. Así, mientras el líder intenta marcar sus tiempos, algún relevante cargo del PP adelanta, sin micrófonos o grabadoras delante, que únicamente seguirá en política si ganan en los comicios marzo. "No hay que forzar que te echen. Habrá que abrir paso", sentencia este dirigente.

Otros dedican su tiempo a intentar ganarse a contrarreloj un escaño y los más curtidos esperan que su sacrificado silencio ante la curiosidad periodística sea interpretado como virtud a tener en cuenta.

Por el momento, Rajoy es cicatero en sus guiños a los elegidos, aunque con excepciones: en una reciente conferencia en Madrid, auguró que el secretario de libertades públicas del PP, Ignacio Astarloa, será ministro. Tampoco oculta que le gustaría que el responsable de su programa electoral, Juan Costa --que fue mano derecha del exministro de Economía y exdirector gerente del Fondo Monetario Internacional Rodrigo Rato-- estuviera en su gabinete. Y en una cena privada con parlamentarios garantizó, la pasada semana, que su jefe de campaña y portavoz en el Senado, Pío García-Escudero, "mejorará" si los populares tienen suerte en las urnas el próximo mes de marzo.

EL FUTURO POLITICO Pero, sin apenas hablar de otros, algo va dejando caer Rajoy de lo suyo. En diferentes entrevistas ha mantenido que, si pierde otra vez, pretende seguir al frente del partido. "He dedicado al PP media vida y le dedicaré lo que haga falta, hasta que queráis que yo siga aquí", enfatizó recientemente en un acto popular.

Si gana, pondrá fecha de caducidad a su mandato. No más de ocho años. A buen seguro, el también gallego Manuel Fraga volverá a poner el grito en el cielo. Ya en el 2000, en Sevilla, Fraga quiso tentar a Aznar para que rompiese su promesa. "Si no lo digo, reviento. ¡No hagas planes a menos de 10 años, porque no nos da la gana", dijo entonces.

TESIS INTACTA Siete años después, Fraga se reafirma en su tesis: a su juicio, el "único error" que se le puede imputar a Aznar es haber publicitado su renuncia a un tercer mandato dado que, a su entender, provocó "sensación de interinidad" en las filas del Partido Popular antes de los comicios generales del 2004. "Facilitó todas las maniobras en unos comicios en los que la jornada de reflexión, dos días después de la masacre de Atocha, fue quebrantada de forma manifiestamente ilegal", asevera Fraga. Pues, según parece, Rajoy no comparte ese punto de vista.