Mariano Rajoy vino a decir ayer que la derecha es sinónimo de seguridad, justicia y una España unida, mientras que el socialismo equivale a laxitud y manga ancha. El líder del PP sentenció que su partido es el único en el que deben confiar los españoles, porque se guía por "la moderación y el sentido común". Frente a él, un Gobierno que lidera José Luis Rodríguez Zapatero y que "no genera confianza". De ese modo, planteó el 27-M como una elección entre "los valores y los principios" que él considera que representa, y el "relativismo zapaterista".

Después de las arengas de José María Aznar, que el sábado acusó al jefe del Ejecutivo de "entregar la nación a ETA", el tono de Rajoy supuso bajar un escalón. No es que no piense lo mismo. Es que el gallego prefiere decir las cosas a su estilo y es menos partidario de la grandilocuencia. Un ejemplo. En el mitin que ofreció en la plaza de toros de Zaragoza --no llenó, pero congregó a unas 6.000 personas-- dijo: "No me gusta la política antiterrorista del Gobierno, amigos". Después, entró en detalles. A saber: Zapatero "no es de fiar" y exige lealtad al PP, pero no predica con el ejemplo, porque los conservadores respetaron el pacto antiterrorista pero el PSOE "estuvo 25 veces reunido con ETA". Lo que Rajoy llama "ponerle una vela a Dios y otra al diablo". Pese a que el Gobierno lo ha negado, Rajoy no se da por enterado: "Ni siquiera los desmentidos de Zapatero tienen crédito porque chocan con la realidad".

VOTANTES ENGAÑADOS En su opinión, el líder del PSOE "ha engañado" incluso a sus votantes, y ahora "echa la culpa al PP". Un partido, según Rajoy, que sí cumplió el pacto al pie de la letra --se olvidó lo de que el Gobierno decide cómo actuar contra ETA y la oposición no hace política con ello-- porque hace lo que dice su programa "y también el del PSOE".