¿Quién no ha sentido la tentación de hacer trampas jugando al solitario? Es tan fácil que hasta los gobiernos pueden caer en la debilidad de engañarse a sí mismos. Un buen ejemplo es lo ocurrido con las sucesivas reformas de la ley de extranjería. Los ejecutivos del PP respondieron a cada crisis migratoria con reformas cuyos resultados han sido siempre irrelevantes. Hasta cuatro veces cambiaron la ley de extranjería, mientras las avalanchas de pateras seguían su propia lógica y cada año entraban 600.000 irregulares por tierra, mar y aire. Zapatero parece tener ahora la tentación de entrar en el mismo juego. Ante la oleada de cayucos, reforma legal. Habrá que ver qué cartas pone sobre la mesa.