El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, cerró ayer el debate sobre el estado de la nación celebrado en el Congreso con una nueva oferta de austeridad, reformas y pactos, pero solo halló en el hemiciclo el respaldo del PSOE y la tibia comprensión de Coalición Canaria.

La segunda y última jornada del debate estuvo reservada para los portavoces del Grupo Mixto, un elenco variado desde el que la diputada de UPyD, Rosa Díez, pidió la convocatoria de elecciones anticipadas, como el miércoles hicieron el PP y CiU.

Sin embargo, para la portavoz de Coalición Canaria, Ana Oramas, no es el momento de unos comicios ni de mociones de censura, sino de reformas.

También en otra respuesta a Rosa Díez (UPyD), Zapatero, empeñado en hacer guiños a Cataluña tras la manifestación en Barcelona del sábado pasado, dijo: "No se les puede tapar la boca a quienes se sienten una nación", informa Juan Ruiz Sierra.

Los discursos de las cinco fuerzas políticas ilustraron de forma nítida la situación de Zapatero frente al autogobierno: el jefe del Ejecutivo, en función de a quién se le pregunte, es un irresponsable que ha tratado de dinamitar España o bien un timorato político que se llena la boca de grandes palabras sobre la "España plural" y que luego no hace absolutamente nada para impedir reacciones centralistas.

LA CARA Y LA CRUZ Dos ejemplos opuestos. A ojos de Díez, el presidente del Gobierno "ha tirado por la borda todo el esfuerzo de vertebración y consenso que supuso la transición" al "pactar un nuevo modelo territorial con los partidos políticos que no creen en el Estado español y defienden que cada autonomía es una nación y por tanto un Estado". Para Francisco Jorquera, portavoz del BNG, lo ocurrido con la Carta catalana en los últimos cuatro años --desde que el PP interpuso el recurso de inconstitucionalidad hasta que el TC recortó la norma-- "no ha sido responsabilidad única" de los populares, sino que Zapatero "también es responsable por inhibirse, por abdicar de la defensa de un Estatut que votó".

Y Zapatero, a quien tras el maratón del miércoles se le vio cómodo y relajado durante una sesión a la que Rajoy prefirió no asistir, trató de argumentar que ni una cosa ni la otra. Recuperó el concepto, muy de la pasada legislatura, de "España plural" --"los avances durante los últimos seis años de la España plural han sido sustanciales y decisivos", sostuvo-- y reconoció, si bien de forma velada, que el TC, cuatro de cuyos miembros han expirado su plazo, necesita una buena dosis de reputación: "Queremos fortalecer al máximo su prestigio. Esta es una de las tareas más difíciles e importantes que tenemos por delante".

Pasa a la página siguiente