El pueblo saharaui vuelve a asomar la cabeza tras más de 30 años de olvido. Aminetu Haidar lo ha conseguido. Desde que regresó a El Aaiún, de donde fue expulsada el pasado 14 de noviembre por renunciar a la nacionalidad marroquí, se ha convertido en la madre de todos los saharauis. Solo espera una pronta recuperación para abanderar de nuevo la lucha pacífica por los derechos humanos y la independencia de su pueblo, una causa que abrazó siguiendo el ejemplo de uno de sus primos. "Fue él quien me empujó a militar. Mi madre y mis hermanos tenían mucho miedo a la represión", aseguró Haidar a este diario, con cara cansada aunque con gesto firme. Sigue postrada en una cama de su casa y su médico, Domingo de Guzmán, solo le recomienda, de momento, ingerir agua y suero. El proceso de recuperación será muy lento tras la durísima huelga de hambre de 32 días.

Haidar ha regresado a su tierra con nuevos planes y, pese a su delicado estado de salud, con energías renovadas. Quiere iniciar una política de "ruptura del silencio" que permita reeducar a la sociedad civil y le traslade derechos básicos, como la libertad de expresión y de circulación, y que dé a conocer la historia de un pueblo, el saharaui, "que espera su autodeterminación", tal y como contemplan en cada resolución las Naciones Unidas.

DISCRIMINACION Con su voz todavía frágil, la activista aseguró que la batalla proseguirá no solo a favor de la independencia del Sáhara Occidental, sino también en defensa de los derechos humanos, por los que lleva peleando desde que cumplió 17 años. "Empecé a esta edad de forma activa, aunque muy discretamente para que mi familia no pagara ningún precio", relató Haidar. Sufrió la discriminación por parte de algunos profesores. "Nos odiaban", comentó aún indignada. En la escuela, la frontera entre los marroquís y los saharauis era y es, dijo, "flagrante". Y puso un ejemplo para justificar la opción por la lucha que años más tarde la llevó a la cárcel: "Una mañana, mi profesor me expulsó por limpiarme la ropa manchada de tiza. Me insultó llamándome saharaui".

Su caso recuerda al de tantos otros entre las nuevas generaciones que hoy se suman a la resistencia y que nunca han conocido la libertad. Los profesores piden a los chavales que dibujen la bandera de Marruecos como medida de presión. Ellos se niegan porque solo conocen la de la República Arabe Saharaui Democrática (RASD).

SIN ARMAS El hijo de la activista, Mohamed El Kossimi, lloró de alegría al verla con vida. Ayer la miraba con ojos de admirador. Solo tiene 14 años y ya está determinado a combatir --"sin armas", precisó su madre-- por la libertad de su país.

En el barrio de Casa Piedra, donde se encuentra la casa de Haidar, los vecinos están de fiesta tras el regreso de su líder. Sin embargo, la férrea vigilancia impidió ayer que familiares, amigos y medios de comunicación pudieran entrar en la vivienda. Solo ha pasado un día desde el regreso de Haidar y Marruecos ya ha violado el compromiso de respetar el derecho de circulación y expresión de la Gandhi saharaui . "Ese es el Gobierno en el que confía el Ejecutivo de Zapatero", apuntó la activista.