Cuando, a las 9.30 de la mañana, se confirmaba que el Parlament no iba a defender este jueves la vigencia de la declaración unilateral de independencia, parecía que el primer pleno de la legislatura iba a ser tranquilo. Pero esa renuncia de los soberanistas no ha evitado una nueva bronca en la Cámara, que incluso retrasó más de una hora el inicio de la sesión.

El problema era más bien de índole técnica. Junts per Catalunya y la CUP habían pactado un texto conjunto que suavizaba considerablemente las enmiendas de los antisistema a la resolución de los posconvergentes. Pero para poder votarlo en el pleno era preciso que antes la Mesa aceptara a trámite esas enmiendas iniciales, lo cual podría provocar -y los letrados de la Cámara han insistido hoy en las advertencias- incurrir en ilegalidades.

En concreto, sobre el punto de la resolución que "exige que cesen las injerencias del Gobierno del Estado que pretenden impedir la materialización de la voluntad" de investir a Carles Puigdemont y "de la que fue legítimamente expresada en el referéndum de autodeterminación de Catalunya del 1 de octubre". Ese apartado, como el resto del texto, se ha aprobado con los votos a favor de todos los diputados independentistas.

Así que durante una hora los miembros independentistas de la Mesa estuvieron estudiando qué hacer. Finalmente, el órgano validó esas enmiendas, aunque después decayeron a favor de la propuesta conjunta de JxCat y CUP y no llegaron al pleno.

Advertencia de los letrados

Pero nada más iniciarse la sesión se produjo un nuevo enfrentamiento. Ciutadans aducía que la propuesta conjunta debería haberse admitido también formalmente a trámite si se quería que fuese votada en el pleno. Y advertía de que los letrados de la Cámara habían desaconsejado esa inclusión en el debate, por los problemas de legalidad que podrían presentar algunos puntos. Su descontento con que la Mesa no hubiese atendido, en su opinión, sus peticiones de reconsideración han provocado que los diputados de Cs no hayan participado en la votación del texto conjunto independentista.

Sin embargo, Roger Torrent fue inflexible, y el pleno pudo empezar, con lazos amarillos en los escaños de Oriol Junqueras y Jordi Sànchez. Se comprobó entonces que la distancia entre bloques sigue siendo kilométrica: los independentistas cargaron contra la aplicación del artículo 155 y subrayaron la necesidad de legitimar a Carles Puigdemont; los constitucionalistas se inclinaban por pasar página y destacar el “engaño” al que el anterior Govern sometió incluso a sus propios partidarios, proclamando una república que después no se desarrolló.

Pero existieron importantes diferencias de matiz en los discursos soberanistas, que dan cuenta de los problemas que se están encontrando en la negociación para formar un nuevo Ejecutivo. Quim Torra, que habló en nombre de JxCat, recurrió a una grandilocuencia verbal que luego no se plasmó en los documentos sometidos a votación. “Inauguramos hoy el proyecto republicano para Catalunya”, dijo por ejemplo.

"Paternalismo"

Marta Rovira dejó claro que ERC está en estos momentos en una posición más pragmática que sus hasta ahora socios. Más que en los hechos de octubre, puso el acento en la necesidad de “recuperar las instituciones” para desactivar la “dictadura” del 155. Y, pese a destacar la necesidad de “dotar de todo el reconocimiento y efectividad” a Puigdemont, pareció esbozar una autocrítica cuando afirmó: “Ha sido un error tratar a la ciudadanía con paternalismo”.

En cuanto a la CUP, y a pesar de que ha acabado consensuando y votando una resolución descafeinada, se dedicó a reñir a los dos grandes partidos independentistas. Su portavoz, Carles Riera, avisó de que “desdecirse del camino hecho, negar la efectividad y el carácter vinculante del 1-O y el 27-O no hace otra cosa que debilitar al republicanismo”.