La llamada Ofrenda Nacional al Apóstol Santiago, una tradición que la Corona española mantiene desde 1643 y que se renueva en cada año jubilar, permitió ayer al rey Juan Carlos lanzar un mensaje de inequívoco contenido político en el que apeló a la unidad de los españoles, la solidaridad interterritorial y el reconocimiento de la condición "diversa y plural" del Estado. "Te pido --dijo el Monarca, dirigiéndose al Apóstol, en la catedral compostelana-- que fomentes todo aquello que nos une y nos hace más fuertes, que ensancha el afecto entre nuestros ciudadanos, que asegura la solidaridad entre nuestras comunidades autónomas y que hace de España la gran familia unida, al tiempo que diversa y plural, de la que nos sentimos orgullosos".

No fue la única alusión de Juan Carlos a la necesidad de "diálogo", "consenso" y "entendimiento" en un momento en el que parecen arreciar las tensiones territoriales, en especial tras la sentencia del Tribunal Constitucional (TC) sobre el Estatut . El Rey subrayó que ha sido "la voluntad de entendimiento y el esfuerzo de todos" lo que ha permitido a España vivir en las últimas décadas "una de las etapas más fecundas de su historia, la más larga en términos de democracia y libertad, con una moderna articulación territorial". Más adelante, afirmó que el camino del progreso requiere "planteamientos integradores" y exhortó a las autoridades y a los responsables políticos, económicos y sociales a "redoblar esfuerzos", animados por la confianza en "una España que, en los últimos decenios, ha sabido sobreponerse a las dificultades y resolver los problemas con la entrega de todos y en el marco de la Constitución".

En la misma línea, rogó al patrón de España que ayude a conservar y mejorar los logros alcanzados y a promover "la tolerancia y el respeto mutuo, el amor a la justicia y a la equidad, para reforzar --apuntó-- los pilares de nuestra convivencia en libertad en torno a las reglas y principios que nos hemos querido dar".

AYUDA CONTRA LA CRISIS La crisis económica estuvo también presente en la ofrenda del Monarca, que pidió al Apóstol "iluminación" y ayuda para superar estos tiempos "difíciles y complejos", "de tan duras consecuencias para millones de personas y de familias". La guerra, el terrorismo, la opresión, el hambre, la discriminación y la violación de los derechos humanos, por este orden, fueron otros de los asuntos contra los que Juan Carlos reclamó la intercesión del santo.

Ataviado con chaqué, como exige la etiqueta de la ceremonia --la reina Sofía iba con mantilla y peineta--, el Rey concluyó con unas palabras en gallego en las que elogió el papel que Galicia desempeña como lugar de acogida de millones de peregrinos. Como estos, Juan Carlos y Sofía cumplieron con el ritual de abrazar la efigie del Apóstol después de presenciar el vuelo del botafumeiro por la nave central de la catedral compostelana.

Entre las autoridades presentes en el acto, destacaron el ministro de Fomento, José Blanco; el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, y el presidente fundador del PP, Manuel Fraga.

En su homilía, el arzobispo de Santiago, Julián Barrio, que presidió el oficio religioso concelebrado por más de 70 obispos y sacerdotes, se encomendó al santo para pedirle que "revitalice" la identidad que "ha vertebrado la historia de los pueblos de España, con lo común de todos y lo específico de cada uno".