El rey Juan Carlos trasladó ayer al presidente de Rusia, Vladimir Putin, la inquietud latente en Europa y España por su creciente dependencia del suministro energético ruso. El Monarca dijo que Rusia se ha convertido por sus vastos recursos en un socio energético "indispensable" para Europa, pero recalcó que esas riquezas naturales suponen también una "gran responsabilidad", porque de su gestión "depende en buena medida la estabilidad política y económica de la región y de parte del continente europeo".

Juan Carlos lanzó este mensaje en el brindis previo a la cena que los Reyes ofrecieron anoche en el palacio Real a Putin y a su esposa, Ludmila, que comenzaron ayer una visita de Estado de dos días a España. A finales del año pasado, un conflicto gasista entre Rusia y Ucrania hizo saltar las alarmas en Europa por su elevada dependencia de la energía rusa, que en el caso de España ya supera tanto en magnitud como en diversidad a la que tiene respecto a Argelia, circunscrita en este caso sólo al gas.

El Rey, que también almorzó con el matrimonio Putin en el palacio de la Zarzuela, elogió al mandatario ruso por impulsar un "amplio proceso de cambios dirigidos a la consolidación del Estado" y apoyó la "participación del pueblo ruso" en el "trascendental proceso de construcción de un eficaz sistema de garantías democráticas y de asentamiento del Estado de derecho".

Juan Carlos defendió la importancia de la relación estratégica de la Unión Europea con Moscú y destacó la colaboración de Rusia y España en la lucha contra el terrorismo, cuyas "más crueles expresiones han sufrido tan dolorosamente" los dos países. Confió el Monarca en que el crecimiento de la economía rusa y la apertura española permitan animar los intercambios económicos, e hizo hincapié en las posibilidades que existen en el sector energético ruso para las compañías españolas.

"LA PATRIA" Por su parte, Putin dijo ver en los españoles unos "socios seguros, abiertos al diálogo y dispuestos a nuevos logros" y esperó que su visita ayude a descubrir "nuevas facetas" de colaboración. En un discurso de grandilocuentes referencias históricas, el presidente ruso evocó la influencia española en Europa, su papel como cruce de culturas y su resistencia a Napoleón. Alabó en los españoles la "actitud respetuosa hacia el legado nacional" y la "identificación casi plena de su destino personal con el destino de su patria".

De la cuestión de la energía no dijo ni una palabra. Y, pese a que había manifestado su interés en reforzar los lazos económicos entre ambos países, no encontró tiempo para reunirse con los empresarios españoles, lo que no sentó bien a la patronal CEOE.